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Los expertos dicen que hay que desterrar el tópico de que las mujeres sólo pueden progresar si renuncian a su vida privada. Es fácil, desde luego, decirlo, pero mucho más difícil convertirlo en realidad, especialmente en un país todavía con altas dosis de machismo que nos revela día a día que las mujeres, a pesar de los grandes avances registrados desde la Transición, siguen ocupando un segundo plano. Un ejemplo clarísimo es que las mujeres jóvenes de Balears, supuestamente criadas y educadas ya en una sociedad igualitaria y más o menos justa, cobran un 13% menos que sus compañeros varones. Así que esas son las bases de la sociedad balear del futuro: discriminación. Porque las chicas, según dicen las estadísticas, están mejor preparadas que ellos.

El decálogo elaborado por la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles dice que «ni la mujer tiene que justificarse cuando reclama tiempo para conciliar, ni las empresas le están haciendo ningún favor cuando se lo conceden». Las mujeres que lean esta frase sonreirán resignadas. Porque su realidad está a años luz de estas afirmaciones. La única forma de que las mujeres "y los hombres" logren conciliar su vida laboral con la familia es sencilla: que lo imponga la ley. Ahí están los gobiernos europeos más desarrollados, que establecen «salarios» para las mujeres que deciden ser madres. Así consiguen sobrevivir reduciendo su jornada laboral para dedicar más horas a los niños. Por eso allí la natalidad no se ha estancado.

Cualquier otro método filosófico, las buenas intenciones o las proclamas feministas de poco servirán porque una mujer debe atenerse a las condiciones que ofrece la empresa hoy en día. Y éstas son, en general, iguales para hombres y mujeres, sólo que en el caso de ellas, cobrando menos.