TW
0
LAURA MOYÀ A las 1.30 horas de la madrugada de ayer empezó un Sant Enterrament diferente. La lluvia que empezó a caer sobre la una de la mañana obligó a suspender la procesión, lo que hizo que las cofradías resguardaran sus pasos en sus respectivas iglesias, mientras los cofrades acudían hasta la iglesia del Socors para asistir al entierro de Cristo. El templo, que estaba a rebosar, lucía sus mejores galas, estrenando para la ocasión ocho damasos realizados por Toni Fuster y Joan Rabassa, que se repartieron por las capillas del recinto.

Los cofrades de la Cruz de Calatrava abrieron un pasillo al Sant Enterrament que conducía hasta el sepulcro. A la izquierda debía esperarle la virgen de la Dolorosa, pero la lluvia hizo que la imagen no llegara a acceder a la iglesia. En su lugar, se optó por poner el estandarte de la cofradía a la izquierda del sepulcro. Nuestra señora de Gracia sí pudo llegar al templo, ocupando su lugar a la derecha.

Con paso lento, el Sant Enterrament llegó a su destino. Allí aguardaban dos cofrades de la Cruz de la Calatrava, Carlos Serra y Joan Miquel Contreras que bajaron el Cristo yacente hasta su lecho. Acto seguido, los cofrades Joan Serra, Sebastià Aguiló, Toni Fuster y Catalina Fiol lo transportaron hasta los pies del sepulcro.

Una vez allí, el padre Juan Miguel dirigió unas palabras a los numerosos asistentes.
El padre recordó los duros momentos que se viven en la actualidad, donde «se atenta contra la vida y los derechos de los no nacidos», unas palabras que dejaron entrever una crítica a la reforma de la ley del aborto.

Poco a poco, la solemne ceremonia iba llegando a su fin. Llegaba el instante que todos los presentes esperaban desde que la procesión había salido de Sant Francesc a las 19.30 horas del Viernes Santo. Minutos antes de la 1.40 horas, los cofrades colocaron el cuerpo yacente de Cristo en el sepulcro. Dos de ellos bajaron de forma pausada la tapa y, cuando quedaban pocos centímetros, la soltaron de golpe, lo que hizo que resonara por la iglesia. Acto seguido, empezó a sonar el órgano e Inés González Garrafón empezó a cantar un credo en catalán. La acompañaron tanto el público como los cofrades, lo que puso el punto y final a la solemne ceremonia del Sant Enterrament.