El periodista Mateo Cladera (Santa Margalida, 1943) presentará el próximo lunes, a las 20.00 horas, en el Teatre Municipal, su libro Mallorca global, que cuenta con un estudio sobre la inmigración balear del catedrático Pere Salvà, «que ha hecho un gran trabajo». También quiere agradecer de forma especial el prólogo escrito por Joan Bauzà. Durante la presentación, actuará el grupo nigeriano Shalom, que tiene reservada una sorpresa especial.
Cladera recuerda que el libro recoge un total de 100 reportajes publicados en Ultima Hora. La única condición que él mismo se fijó para hablar sobre los inmigrantes de un determinado país era que hubiera un mínimo de 30 personas residiendo en Mallorca. Cladera preguntaba siempre a los integrantes de cada comunidad por qué habían venido a la isla, si les gustaba o no, y cuál era su dedicación.
Reconocimiento
«Toda emigración es siempre un acto de amor», afirma, en el sentido de que es una prueba de afecto hacia la propia familia o hacia una persona querida para que puedan tener un mañana mejor.
Él mismo recuerda que tiene parientes lejanos que en su momento emigraron a Buenos Aires o a La Habana. «La inmigración ha llamado mi atención siempre», destaca, a la vez que recuerda que a lo largo de su vida ha viajado hasta ahora a un total de 46 países. «Aunque no hay nada más hermoso que la plaza de Santa Margalida», sonríe.
Como dato curioso, dice que años atrás, cuando llegaba a cada hotel elegido, encontraba siempre una Biblia y un listín telefónico en su habitación. «Entonces, miraba en el listín posibles apellidos mallorquines, y llamaba, y alguna vez incluso llegué a tomar algún café con alguna de estas personas», recuerda con buen humor. Asimismo, añade que «grandes naciones como Estados Unidos o Alemania se han construido en buena medida con el trabajo de los emigrantes».
Cladera señala que los servicios sociales con que cuenta Mallorca han sido siempre bien valorados por los inmigrantes, mientras que lo que les ha gustado menos ha sido, en general, «nuestro carácter un poco cerrado, aunque reconocen la gran generosidad de los mallorquines cuando decidimos abrir las puertas». También lamentan que en parte de Occidente, no sólo en la isla, «no se tenga el debido respeto por las personas mayores».
El libro le ha enseñado «la gran cantidad de culturas que existen» y que «todas merecen el mismo respeto», y también que «es necesario hacer un esfuerzo de identificación para intentar entenderlas».
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