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La Filadora, uno de los comercios más populares de Palma, se prepara para afrontar ahora una nueva etapa, tras haber presentado recientemente un concurso de acreedores "la antigua suspensión de pagos", con el objetivo de intentar hacer frente a la actual situación de crisis, que en este caso se había visto agravada desde hacía tres años porque las administraciones tienen contraída una deuda con la empresa que asciende a unos 450.000 euros en total, según recuerda su abogado, Miquel Mas.

La tienda fue creada en 1918 por Josep Puigcernau, y siempre ha tenido la misma ubicación, la calle Sant Miquel. Hace poco más de un año, abrió además sus puertas un almacén en el Polígon de Son Castelló, que en breve se verá obligado a cerrar, debido a la crisis. «Es la parte que más nos duele, por las personas que se quedarán sin empleo», indica Mas.

El año 1945 supuso un cambio de propiedad en esta empresa casi centenaria, cuando pasó a manos de Santiago Soler y Francisco Busquets. Desde entonces, ha sido siempre un negocio familiar, que en su momento fue dirigido por Camilo Soler y que ahora conducen Pere Soler y Maria Andrea Busquets, quien se muestra convencida de que La Filadora podrá superar este momento de crisis con el plan de viabilidad previsto. «Tenemos la voluntad y la determinación de continuar adelante», afirma.

Opciones
Esta tienda de Palma es la única en donde se hacen aún togas para abogados. Además, también aquí un penitente puede comprar su hábito, y quien desee una bandera también podrá adquirirla, del mismo modo que una comparsa podrá vestirse de forma adecuada.

Para explicar el significado simbólico que tiene la Filadora, Mas indica que sería comparable, en sentido metafórico, a un Bé d'Interès Cultural. La planta sótano es de una gran belleza y fue restaurada en su momento. Además, las generaciones de palmesanos y palmesanas que tienen más de 40 años aún recordarán que en la entrada de la tienda había cada Navidad un paje, al que podían entregar su carta para los Reyes Magos.

Busquets señala que acuden a la tienda no sólo personas que viven en Palma, sino también en el resto de la isla. «A veces son varias generaciones de una misma familia las que acuden a comprar», afirma. Y se muestra confiada en que aún podrán seguir haciéndolo por mucho tiempo.