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En 1951 unos franceses construyeron el Hotel Bahía en primera línea de Peguera, cuando esta zona costera del oeste de la Isla lo frecuentaba un turismo, en su mayoría francés, de clase alta. Ahora, después de una época de decadencia, el hotel resurgió de las cenizas en 1993 gracias a su nuevo propietario, el empresario Juan Poch, sibarita del buen gusto hotelero. La dirección del establecimiento la llevan Nuria Nadal y Juan Poch Nadal. Su excelente cocina, su decoración afrancesada, sus cuadros de pintores mallorquines, y su ambiente selecto, son famosos en la zona.

No muy lejos del hotel, está el Café Havana, con sabor, salsa y presencia cubana. Frecuentado por gente marchosa de distintas nacionalidades, este especial café lo montó Antonio Pozo, que cambió Albacete por trabajar en Mallorca hace diez años. Pasó por varios bares y discotecas y acabó montando su propio local. Actualmente su bar es uno de los de más marcha de Peguera, igual que Paladium, la emblemática discoteca que ha cumplido veinte años de existencia y que dirige la cubana Rocío Pichz, que según ella, la época dorada de las discotecas en Peguera quedó atrás, igual que los alemanes de clase alta que frecuentaban los locales. Ahora el turismo es de clase media alta. Me termina diciendo que desgraciadamente la temporada dura de cinco a seis meses.

Caminando por la acera, a unos trescientos metros de la disco, hay un local muy peculiar de música en vivo llamado Romántico. En este local de música española, cada noche actúa la cubana Cary González, que vino contratada a Mallorca hace dieciséis años y se casó con un mallorquín del que actualmente está separada. Antes del Romántico estuvo nueve años actuando en Cupido de s'Arenal. «Me encanta el ambiente de Peguera», dice muy contenta, «y me siento mallorquina».