TW
0

Palma de Mallorca es una ciudad de «luces y sombras». Un raro ejemplo de ciudad mediterránea. Si Barcelona se abrió al mar de forma artificial o Valencia «nació» de espaldas a él; Palma se creó abierta al mar y, con los años, se ha ido cerrando, entre otros motivos, por ese «tajo» que es, según los expertos en urbanismo, la carretera que recorre el Paseo Marítimo.

En Ciutat se suceden «zonas de postal» como el Casco Antiguo de Palma, uno de los más grandes y mejor ideados de Europa, con un ensanche mal trazado, barriadas industriales construidas en los 60 y 70 como Pere Garau, Son Gotleu o el Polígono de Llevant; y la «fiebre del turismo» que, tanto daño hizo a Palma, y destrozó pequeñas poblaciones como El Terreno, al crecer de una manera desproporcionada y sin lógica de alturas. Son ejemplos de «acciones erróneas», fruto del aumento de población que empezó a vivir la capital palmesana a partir de los años 50.

Ensanche: problemas
Uno de los grandes problemas de Ciutat fue la creación en 1901 del ensanche, que llegó muy tarde (Barcelona, por ejemplo, comenzó su ensanche 30 años antes, auspiciado por la burguesía) bajo la mano del ingeniero Bernardo Calvet. Según el decano del Colegio de Arquitectos de Balears, Luis Corral, «el plan Calvet no es malo, es peor. Mal concebido, mal planteado, calles sin lógica, y sin previsión de equipamientos», señala.

Jesús González, experto en Urbanismo del Departamento de Ciencias de la Tierra de la UIB, agrega que el problema del Ensanche de Palma es que el Plan Calvet dividía las calles en distintas categorías de importancia y permitía construir los edificios sin establecer una altura máxima. Ejemplo de este «desorden», es la calle Manacor, donde se suceden «sin orden ni concierto» edificios de una sola planta o de dos alturas, con otros «armatostes» de hasta diez pisos creando un tetris de alturas que no «encajan» y que, hoy en día, es muy difícil de solucionar.

La burguesía, el aumento de la industria, y el proceso de «turistización» en Ciutat culminó en el Plan de Ordenación Urbana de 1963, «muy desarrollista», asegura el experto Jesús González, «que se basó exclusivamente en el crecimiento, poco sensible a la protección y recuperación del patrimonio, y caracterizado por una ineficiente planificación de los nuevos espacios edificables».

Sin orden, ni previsión
Pere Garau, Camp Redó, Polígono de Llevant, Son Cladera, Son Gotleu, o el Amanecer son algunas de las barriadas periféricas que nacieron en esa época, en la que vivían trabajadores emigrantes del sector industrial o de servicios turísticos. Luis Corral explica que todas estas nuevas zonas contaban con calles desordenadas, graves deficiencias estructurales y con claros objetivos especulativos (aumentos de alturas, o supresión de zonas verdes). Un «estropicio» al que ahora hay que encontrar solución.

El Ajuntament de Palma trabaja en la remodelación del barrio de Camp Redó; se estudia el de Pere Garau, y ya se trabaja en la rehabilitación de La Soledad-Polígono de Llevant a través de las denominadas Àreas de Rehabilitación Integral (ARI), que llevan a cabo el Ministerio de Medio Ambiente y la Conselleria d'Habitatge i Obres Públiques, que se encuentra en su tercera fase de actuación, con un presupuesto de 1.505.000 de euros.

Solución: rehabilitación
Jesús González, experto de la UIB, asegura que tras años de crecimiento sin orden en la década de los 90, «la crisis viene bien a Palma», aunque matiza estas palabras señalando que «sin dinero para construir, las instituciones, constructores y habitantes vuelven a tener interés por la ciudad ya existente. Llegamos al retorno urbano, se apuestan por las políticas de rehabilitación; lo que está haciendo muy bien al Casco Antiguo», recalca.

Entre las soluciones que plantean los expertos, los ejes cívicos son importantes, pero pensados para las personas y no en el aprovechamiento del espacio. Hay que crear un tercer carril en la Vía de Cintura, que permitirá a Palma unirse al mar desatascando de circulación el Paseo Marítimo; y hay que conseguir que el centro histórico se convierta en el núcleo de la vida de Palma, y evitar que el centro deje de ser una ciudad muerta, porque la gente «huye» a las afueras.