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Más de 40 personas esperan pacientemente a que lleguen las 12.45 horas para entrar en el comedor de transeúntes ubicado en la calle Patronato Obrero. Entre ellos, muchas personas de color, la mayor parte de ellos hombres y una parte significativa de personas que, por la crisis o por otros motivos, están pasando una situación económica muy delicada. Todos los usuarios no tienen ingresos (los que tienen no pueden comer en el centro) y han sido derivados por una trabajadora social. Cada día comen cerca de 80 personas (el comedor tiene un centenar de plazas), aunque se preparan menús para más de un centenar (son fiambreras que serán llevadas a tres albergues).

Un guarda de seguridad controla el acceso al comedor. Las cocineras han preparado sopa de verdura, filete de panga con patatas y gelatina de fresa. Mañana toca potaje, calamares a la romana y yogurt, todo cocinado por Ana, que lleva cinco años trabajando en esta cocina, y tres ayudantes.

«Hay cerca de 20 usuarios musulmanes y, si algún día hay carne de cerdo, se les pone otro menú con pollo, pavo.... A cada una de las personas que vienen al comedor se les entrega también una bolsa con un bocadillo, una botella de agua, fruta o lacao», afirma Ana.

Los usuarios pueden comer, en principio, un mes en este comedor. «Después, si la trabajadora social considera que tienen que seguir viniendo, se les alarga el plazo previo informe social, puede ser indefinido si así lo considera», afirman Maria y Juana Mari, auxiliares en el centro.

No hay menús para diabéticos o celíacos, sí para musulmanes y cristianos. La edad de la mayoría de los usuarios ronda entre los 25 y los 45 años. Su perfil responde a una persona sin trabajo y sin problemas añadidos como las drogas o el alcohol. Todos deben cumplir unas normas, «como no armar jaleo en el comedor y unas condiciones higiénicas básicas. Aquí se pueden duchar y los miércoles se entrega a los que lo quieren una maquinilla de afeitar».

El comedor abre todos los días del año y ahora está un poco más descongestionado, desde que en febrero abrió el comedor de Ca l'Ardiaca.