Los indignados aseguran que a pesar de los impedimentos que encuentran van a seguir intentando paralizar nuevos desahucios. | Teresa Ayuga

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Ayer por la mañana se produjo el segundo desahucio que los indignados del 15-M no han conseguido parar. En este caso se trataba de una familia procedente de Nigeria: Bright Ayeki, su marido y dos hijos que tienen en común, un bebé de seis meses y una niña de dos años.

Según contó la mujer, su marido se quedó en paro hace más de dos años, por lo que no han podido hacer frente a los 600 euros de hipoteca que tenían estipulada con el banco BBVA. Aun así, hace poco tiempo que su marido ha empezado a trabajar en un locutorio en Can Picafort. «También he pedido un permiso al Ayuntamiento para hacer trenzas en el Paseo Marítimo y poder pagar la hipoteca que tenemos». La deuda que han contraído asciende a más de 170.000 euros, por lo que a las 11 de la mañana, funcionarios del Juzgado de Instrucción nº11 y el procurador Juan Reinoso, procedieron a la clausura de la vivienda, situada en la zona de la Plaza de las Columnas.

Varios agentes de la Policía Local y cinco furgones de la Policía Nacional cortaron la calle. Una veintena de indignados se había atrincherado en el portal de la casa con un colchón para impedir el desalojo de la familia. Los agentes intentaron dialogar con el grupo del 15-M para que se fuesen de una manera pacífica pero la Policía Nacional tuvo que desalojarles a la fuerza para que los funcionarios del juzgado pudieran acceder a la vivienda.
Poco después de las 13.30 de la tarde, la familia salía del domicilio acompañada de los Servicios Sociales para llevarles a un centro de acogida.

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Bright se puso en contacto con los indignados un día antes de que el piso le fuese embargado. Algunos miembros de este movimiento se quejaban de la falta de tiempo que habían tenido para poder preparar una contrademanda para que el juzgado les diese un aplazamiento en el desalojo.

Unidad

Pero ante todo, reivindicaban la unión del movimiento. «Esto es para demostrar a todos aquellos que han dicho que el 15-M se disolvía. Estamos más vivos que nunca y seguiremos parando la injusticia que se comete contra la gente del pueblo» gritaba uno de ellos. Después de que acudiesen menos de 10 personas al desahucio de la semana pasada y que varios de sus componentes amenazasen con abandonar el grupo por falta de unidad y de organización, el movimiento se ha reestructurado internamente y tienen varios proyectos inmediatos para seguir intentando impedir desahucios y embargos.