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La fatiga es la principal compañera de Jaume Bonet cuando se cumple el decimosexto día de su huelga de hambre en Can Alcover, en nombre de Jubilats per Mallorca, para defender «la dignidad de la lengua propia de Balears», coincidiendo con la decisión formal del Govern de llevar a rango normativo que el catalán deje de ser un requisito y se convierta simplemente en un mérito para acceder a la función pública en las Illes.

Cada vez con menos recursos físicos para atender a las numerosas embajadas personales y de entidades cívicas que se acercan a la sede de su huelga de hambre, Jaume Bonet se esfuerza por establecer un diálogo fluido con ellos, aunque a medida que pasan los días se hace más corto en tiempo pero «más emocionante y surgido del corazón», según las personas que tutelan su llamada de atención.

A primera hora de ayer, y por espacio de 24 horas, se sumaron a la huelga de hambre Aina Calafat y Bernat Vicens, en nombre de Drets Humans de Mallorca. En el horizonte de su jornada «de plena solidaridad con la iniciativa que lleva a cabo Jaume» señalaron a este diario que «la mejor definición de lo que todos debemos apoyar en este caso es la que señala que la necesidad de los necesitados ya no es necesaria».

A primera hora de la tarde de ayer se sucedieron ante el protagonista de la huelga de hambre representaciones de alumnos de colegios en los que él dio clase como maestro y de estudiantes de lengua y literatura catalanas en la Universitat de les Illes Balears.

Estos últimos le hicieron entrega de un manifiesto en el que le transmiten «nuestro apoyo a tu convicción por esta lucha tan importante en la búsqueda de una situación digna y respetuosa para nuestra lengua, para nuestra cultura y para nuestra realidad».