La misa de la Cena del Señor llenó la Seu con fieles y devotos para asistir a la misa en la que el Obispo de Mallorca rememora el lavado de pies de Jesucristo a los Apóstoles en Jueves Santo. | M. À. Cañellas

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La Misa de la Cena del Señor, uno de los oficios más emotivos de la Semana Santa, llenó el jueves la Seu con fieles y devotos para asistir a la misa en la que el obispo de Mallorca rememora el lavado de pies de Jesucristo a los apóstoles en Jueves Santo. Doce Vermells de la Seu, los niños que cantan en el coro, tuvieron un año más el privilegio de que Jesús Murgui les lavara los pies en la Seu.

La ceremonia eclesiástica comenzó a las 18.00 en la Catedral, con una vistosa procesión de Vermells de la Seu y canónigos que acompañaron a Murgui hasta el altar mayor de la Catedral de Mallorca. La misa fue presidida por el obispo de Mallorca y estuvo concelebrada por los canónigos del capítulo de la Seu.

El canónigo de la Catedral, Teodor Suau, explicó que la Misa de Jueves Santo, conocida como la Misa de la Cena del Señor, conmemora tres ritos que son de gran importancia en la religión católica. Con ella se conmemora la Eucaristia, con la Última Cena; también se conmemora el sacerdocio y, por último, con el lavado de pies, se recalca la importancia que la caridad debe tener en el Cristianismo.

Procesión

Durante la Misa se leyeron capítulos del Evangelio de San Juan sobre el lavatorio de pies, la Epístola a la Corintios en la que se narra la celebración de la Eucaristía, y el Libro del Éxodo. Además del acto simbólico del lavado de pies, otro momento de gran importancia de la Misa de Jueves Santo en la Catedral es la procesión que se celebra dentro del recinto y que lleva el pan consagrado desde el altar hasta la Casa Santa.

Como es tradicional, el pan consagrado permaneció en la Casa Santa para que pueda ser adorado por los fieles de Mallorca hasta el segundo gran oficio de la Semana Santa, que se celebra el día de Viernes Santo.