Desde las diez de la noche, frente al Portal Major de la Seu, el obispo Javier Salinas comenzó una ceremonia en la que se renuevan las promesas bautismales y se bendice el fuego nuevo, con el que se enciende el Cirio Pascual. Al inicio de la Vigilia del Sábado de Gloria, la Catedral permaneció vacía y completamente a oscuras.
Una vez concluida la ceremonia en el exterior de la Seu, el obispo accedió al interior de la Catedral donde por tres veces invocó «la luz de Cristo».
La esperanza
Javier Salinas gritó 'Lumen Christi' y avanzó hacia el interior de la Seu, mientras las luces se encendían a su paso. Detrás del obispo avanzaban parte de los miembros del Capítol de la Seu y los fieles.
El canto del Exultet o pregón pascual, basado en el texto de los antiguos cristianos en el que se narra el anuncio de la resurrección y el canto del Gloria, dieron inicio a la celebración que pone fin al Tríduo Santo, con la Pasión, muerte y resurrección de Jesús.
La celebración del Sábado de Gloria recuerda «la esperanza ilimitada», aseguró el obispo Salinas: «Sólo Dios tiene poder para resucitar a los muertos y colmar nuestro anhelo de una justicia que devuelva la dignidad a los inocentes y ofendidos».
Los cristianos están vinculados a la festividad de la Pascua por el bautismo. De hecho, la Vigilia Pascual es una de las noches reservadas para recibir el sacramento de la iniciación cristiana, el bautismo.
Así pues, ayer fueron bautizados en torno a doce adultos, a los que también se sumaron niños en edad de catequesis y recien nacidos en las diferentes parroquias de Mallorca.
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