La secretaria general de CCOO, junto al cartel en el que se convoca a la concentración del próxima día 27 de mayo. | Jaume Morey

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Katiana Vicens (Palma, 1971) ha regresado esta semana a su trabajo como secretaria general de CCOO Balears después de permanecer varios meses de baja por enfermedad. Inicia una nueva etapa marcada por el hecho de que la Fiscalía le pide cuatro años y medio de prisión por, presuntamente, romper la luna de un autocar y coaccionar a un trabajador en la huelga general del 29 de marzo de 2012.

—¿Cómo está viviendo la petición de cuatro años y medio de cárcel?
—Al principio lo viví con sorpresa porque yo pensaba que toda esta cuestión no llegaría ni a juicio, porque no hice nada de lo que se me acusa. Siempre había creído que para acusar a alguien debías tener pruebas de que esa persona ha hecho algo, pero por lo visto en este país uno puede ir acusando a otro y después ya veremos qué pasa... La petición de cuatro años y medio de cárcel que hace la Fiscalía también me sorprendió mucho.

—¿Y después de la sorpresa inicial?
—Lo vivo con preocupación, sobre todo desde que me informaron que existen varias sentencias firmes a personas a las que les han condenado a tres años de cárcel con los mismos argumentos. Conozco cuatro casos en España, dos de ellos están en un proceso de solicitud de indulto al Gobierno central, y es la segunda vez que lo piden, porque la primera les fue denegado, cuando este Gobierno ha dado indultos a diestro y siniestro. Al final la sensación que te da es que hay una persecución, un intento de criminalizar cualquier tipo de protesta. Basta ver lo que quieren hacer en el Código Penal con el tema de las manifestaciones. Lo que quieren es meternos el miedo en el cuerpo y que la gente no luche y se quede en sus casas.

—¿Qué pasó el 29 de marzo en la Estación Intermodal?
—Era día de huelga general sin acuerdo con los servicios mínimos, unos mínimos que nosotros recurrimos por abusivos y el juzgado nos dio la razón. Es cierto que ese día había un cierto encabronamiento con el tema de los mínimos. En el caso de la Estación Intermodal, las empresas de transporte habían impuesto los servicios mínimos, sin negociarlos con los representantes de los trabajadores. Había un poco de lío por saber si los autocares que llevaban el cartel de servicios mínimos lo estaban o no. Yo acudí, con un piquete y subí a varios autocares para informar del derecho a la huelga. Subí a un autobús de Bus Nord Mallorca (aunque la denuncia es de Autocares Mallorca y el trabajador también) para informar al conductor y a los pasajeros. Sólo subíamos una persona por autobús porque había un despliegue policial bestial y policías en la puerta de todos y cada uno de los autobuses. Cuando subí a este autobús sí que se produjo una situación conflictiva, que no provoqué yo, porque el conductor estaba muy nervioso. Creo que en el interior del vehículo estuve menos de tres segundos. No hablé con el conductor. Había un policía en la puerta que me pidió que bajara, me pidió el DNI, yo se lo entregué, cogió mis datos .. y mientras tanto el conductor puso el autobús en marcha, sin ningún desperfecto, y salió de la Estación Intermodal.

—¿Y cuándo le informan a usted de que la han denunciado?
—Me entero seis meses después, cuando me llaman desde el juzgado. Me persono allí y me indican que me imputan un delito de daños y otro contra el derecho de los trabajadores. Dos años después la Fiscalía me pide la pena máxima, es decir cuatro años y medio de cárcel. Salí del juzgado alucinando.

—Y supongo que usted lo encuentra totalmente injusto...
—Sí. Totalmente injusto. Ahora me dicen que tengo que probar que yo no he hecho nada. Yo siempre había pensado que eran quienes acusaban los que tenían que probar que se había cometido un delito, y que todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario, pero ahora veo que no es así. Creo que entre todos nos hemos cargado la presunción de inocencia. Aquí no todo el mundo es inocente hasta que se demuestre que es culpable, sino que todo el mundo es culpable hasta que se demuestre que es inocente. Intento ponerme en lo peor y creo que algo me tendré que comer. Me parece muy injusto porque yo no he hecho nada. La verdad es que espero que quede en nada. Quiero confiar en la Justicia.

—¿Usted es consciente de que se ha generado un importante movimiento de apoyo a su persona?
—Claro que sí. Sé que hay un importante movimiento de solidaridad hacía mi, pero también sé que hay una parte de la sociedad que ya me ha juzgado. Lo más triste es cuando algunos de los que ya me han juzgado son representantes de la ciudadanía y lo dicen en sede parlamentaria y dan por hecho que yo impedí trabajar a una persona que quería hacerlo. La perversión es tremenda, a veces llego a pesar que lo de los jueces nos lo podemos ahorrar porque si los jueces hacen cosas que no gustan los suspenden y los juzgan y al resto ya nos han juzgado previamente, por lo tanto, nos podemos ahorrar a los jueces.

—CCOO ha iniciado una campaña de apoyo a su persona.
—Sí. El sindicato ha puesto en marcha una campaña y lo agradezco. No quiero que me hagan una víctima, ni una mártir. En España hay casi 200 personas imputadas por conflictos laborales y unas 30 pertenecen a CCOO.