El pasado mes de marzo, la presidenta del Consell, Maria Salom, inauguró Raixa.

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En diciembre de 2001, el entonces ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, anunciaba la adquisición, junto con el Consell de Mallorca, de la emblemática finca de Raixa por 1.400 millones de pesetas. Eran 550.000 metros cuadrados de terreno y unas construcciones que en 1999 se habían declarado Bien de Interés Cultural. La gestión debía ser compartida entre la administración central y la insular.

El acuerdo entre Matas y Munar se interpretó como el punto de partida del acuerdo político entre el PP y UM que se materializó en 2003, aunque pronto se evidenció que la puesta a punto de Raixa requería una ingente inversión pública que se fue ralentizando a medida que pasaban los años y los recursos –y el interés político– menguaban.
En marzo del pasado año, la actual presidenta del Consell, Maria Salom, inauguró Raixa y la finca se abrió al público. Desde entonces la cifra de visitantes ha ido cayendo hasta quedar en una presencia testimonial.

Así, en abril –el mes de la inauguración– se contabilizaron 6.693 visitantes, que se redujeron a la mitad en mayo, 3.552 visitas. El inicio de la temporada turística no mejoró la situación, sólo 1.720 visitantes y el pasado mes de julio apenas 936 visitas registradas. Desde el primer día Raixa sólo abre los martes y jueves de 10 a 14 horas.

El Consell espera que con la llegada del otoño se reactive el interés por conocer Raixa, el principal legado del cardenal Despuig, mientras se cierra la elaboración del pliego de condiciones para sacar a concurso la explotación de la finca como marco de celebraciones –bodas– y convenciones, además de su alquiler como plató fotográfico u otras actividades lúdicas en los terrenos.