El gerente de la Federació Balear de Confraries de Pescadors, Antoni Garau, en el puerto de Palma. | Pere Bota

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La Federació Balear de Confraries de Pescadors considera que el perjuicio que ocasiona el crecimiento exponencial de la pesca recreativa sobre la actividad pesquera profesional ha llegado a una situación límite y por ello exige al Govern una modificación legislativa que intensifique los controles sobre las 10.213 embarcaciones propiedad de aficionados censadas actualmente en las Islas, frente a las 350 dedicadas a la actividad profesional.

El secretario general de la federación, Antoni Garau, considera que «las reglas de juego han de cambiar para que los profesionales de la pesca, sobre todo los artesanales, puedan seguir viviendo de su oficio. «O se cambia la regulación de la pesca recreativa o acabarán con ellos», alerta Garau.

A juicio de las cofradías, estos cambios deberían ir dirigidos en tres direcciones: hacia la reducción de días de actividad recreativa, la prohibición de una serie de aparejos altamente agresivos y la creación de un registro de las capturas de los pescadores aficionados. Estas medidas dificultarían también la venta ilegal de capturas ‘recreativas' a restaurantes y particulares.

La reivindicación del sector profesional es que las exigencias para los recreativos sean similares a las que les imponen a ellos. «Los profesionales estamos sujetos a cuatro veces más control que los recreativos», concluye el representante de las cofradías.