Los vendedores ambulantes denuncian la persecución a la que se ven sometidos. | T. Ayuga

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Les llamamos Darty y Fatome, aunque no son sus nombres reales. Ambos se dedican a la venta ambulante. Saben que es ilegal, pero afirman que necesitan sobrevivir. Por eso ellos, junto con otros muchos compañeros, están formando el primer Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes de Palma, que se constituirá previsiblemente en septiembre.

«Barcelona fue la chispa», nos cuenta Darty, que ha nacido y es de origen mallorquín. La formación del mismo sindicato en la Ciudad Condal hace más de un año les inspiró para dar el paso e intentar organizarse.

«Los vendedores ambulantes estamos desprotegidos, por eso debemos organizar los apoyos» afirma Fatome, de Marruecos. El nos relata sus desencuentros con la Policía Local: «Algunos agentes nos desprecian. Unos me han llegado a decir que me vuelva a mi país, y otros me enseñaron la placa para quedarse con dos gafas», se lamenta. Ambos entienden que se exponen a la decomisación de los materiales, pero exigen «un respeto que no tienen».

El continuo tira y afloja de vendedores y Policía, sumado a las agresiones racistas, son dos de los motivos por los que los vendedores ambulantes están en proceso de organización.