José Ramón Bauzá en el Senado. | Redacción Digital

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A medida que se acerca el proceso congresual pepero se afilan las cuchillas y se untan la puntas de las banderillas negras. Biel Company tiene decidido hacer su presentación oficial entre una gran demostración de fuerza el próximo día 17, justo después del congreso nacional, Aina Aguiló y Jaume Bauçà trabajan a destajo las bases para conseguir adeptos y José Ramón sigue a la suya, por su cuenta, yendo de aquí para allá, como un nómada de la política. Pronto le van a caer bofetadas de todos lados.

La causa es que, según se comenta en la calle Palau Reial, «no ha dado palo al agua en el Senado durante tres legislaturas. Cobra 80.000 euros al año y no ha tenido narices de presentar una sola propuesta en defensa de los intereses o del prestigio de Balears, ni tan siquiera de hacer un discurso, o una mínima intervención, en este sentido. Es como si tuviéramos un maniquí en la Plaza de la Marina Española», se asegura con sorna.
Bauzá fue elegido senador autonómico unos meses antes de la legislatura que expiraba en el otoño de 2015, «y no hizo nada, de nada, de nada, aparte de autobombo y peloteo entre sus colegas madrileños». Continuó siendo senador en la siguiente legislatura, que concluyó en las elecciones generales de junio de 2016, «y tampoco movió un dedo por la autonomía que le ha nombrado parlamentario autonómico». En la actual legislatura «sigue por el mismo camino de la desesperante inoperancia. Alguna intervención en temas de Defensa que no afectan al Archipiélago, y punto. Parece como si se hubiera olvidado de quien le ha elegido y las obligaciones que tiene con su gente. O aún peor: tal vez en el fondo nos desprecia».
La obsesión de Bauzá es recuperar la presidencia del PP Balear a fuerza de celebrar pequeños actos locales, absolutamente desmarcado del aparato, como un Lawrence de Arabia altivo y distante, oteando el horizonte encima del camello, agazapado en el desierto y saliendo de detrás de las rocas para atacar. «Se ha convertido en un guerrillero de la política». Recientemente ha partido hacia Ibiza. Predica un nuevo estilo y, aparentemente hacer tabla rasa de sus tiempos de president, que acabaron en desastre electoral descomunal, pero en realidad se mantienen firme en sus tesis trilingüistas, que generan gran rechazo en Balears pero que despiertan entusiasmo en Madrid, sobre todo cuando miran hacia el follón catalán. «Bauzá pelea con el punto de mira tuerto. Va directo al fracaso». Incluso antiguos y huérfanos rodriguistas, que son, en teoría, su principal coto de caza, le miran de reojo. No se fían ni de él ni de los jóvenes camelleros que pasea.
Además, Jaume Bauçà, de la mano de Jaume Martínez y su grupo, le comen parte de la tostada. Quiso absorberlos con una triquiñuela y se llevó un guantazo soberano de desprecio. Luego está Aina Aguiló, con su trabajo a ras de calle, llevándose afiliados que en otras circunstancias podrían optar por José Ramón. En el PP se anuncia el cataclismo del expresident, «experto en ganarse enemigos entre sus propios compañeros, en liarla contra su propia gente, en despreciar a sus propias filas».
Esta situación pone en teórica primera posición a Biel Company, que ha puesto un pie en Palma con firmeza con el apoyo de Fernando Gilet. En apariencia las cosas les van sobre ruedas. Tienen el apoyo decidido del padre fundador, Gabriel Cañellas, y del grueso de la Part Forana. Pero no desaparecen los rumores en torno a que Company o algunos próximos a él podrían llevarse un susto en las próximas semanas. La rumurología es extensa. Por tanto, las espadas siguen en alto hasta que el panorama se aclare del todo.