Denuncia un delito de odio por no saber leer en catalán. | Julio Bastida

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Festus Badaseraye es un nigeriano de 51 años afincado en Mallorca desde hace más de 25 y de nacionalidad española. El pasado martes interpuso una denuncia en la Policía Local de Palma por un posible delito contra los derechos fundamentales y las libertades públicas. Festus acusa a un funcionario del Govern balear de imponerle de manera reiterada el catalán, insultarlo, humillarlo y vejarlo de manera pública. El caso lo investiga la Unidad de Delitos de Odio de la Policía Local de Palma.

Según explica Festus, «el martes por la mañana acudí al registro de asociaciones de la Conselleria de Presidència del Govern para solicitar la constitución de una entidad de modelismo por radio control. Me atendió un funcionario que desde la primera vez que entablamos conversación ya me advirtió de que no me hablaría en castellano, y que sólo utilizaría el catalán para dirigirse a mí. Me pareció bien, ya que entiendo perfectamente esta lengua.

Aunque soy de origen africano, llevo muchos años en España y estoy totalmente integrado. De hecho, mi mujer es mallorquina, estoy vinculado a una escuela de fútbol y estudio Derecho en la Isla», explica Festus Badaseraye.Aunque entiende el mallorquín, Festus pidió al funcionario que le hiciera llegar los documentos administrativos escritos en castellano, porque le cuesta leerlos en la lengua propia. La sorpresa le llegó días más tarde, cuando recibió el escrito de resolución en catalán. «Así que me presenté de nuevo en las oficinas y le pedí al funcionario que por favor me entregara los documentos en castellano. Me contestó que no podía: «Sólo te lo puedo dar en catalán, porque es la norma que tenemos que cumplir. Para vivir en Baleares hay que saber los dos idiomas, lo pone el Estatut», relata Festus.

El denunciante respondió si era una «broma», pero no, no lo era. «El funcionario me pidió que me marchara porque, si no, llamaría a la policía. Tras unos minutos de cierta tensión, otro administrativo de la Conselleria intervino y le dijo a Festus que no se preocupara, que se lo enviarían en castellano. Entonces, el funcionario en cuestión se levantó de la silla y gritó: «Si eres cateto no es mi problema», relata Festus.