Vista del monumento de sa Feixina. | Redacción Cultura

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Esta vez parece que no habrá bajada de pantalones de último momento ante la posibilidad, cada vez más evidente, de que el asunto pueda acabar en los tribunales o, incluso ante la probabilidad de que intervenga Fiscalía. La izquierda está decidida y va a por todas. Este viernes en la ponencia política de Patrimonio y el próximo martes, 18 de julio, en el pleno extraordinario del Consell, el Pacte va votar en bloque a favor de la no catalogación del monumento al crucero 'Baleares', dando vía libre a Cort para que proceda a su demolición.

Se anuncia para el 18 un pleno caliente, de mañana de verano, ardiente y lírico. Y tal vez comience a las diez y cuarto, a la misma hora en que, ochenta y un años atrás, Unión Radio de Madrid hizo la histórica llamada a todos los afiliados a partidos y sindicados para que se presentasen en sus respectivas sedes tras haberse confirmado que el ejército de Marruecos se había alzado contra la República. Esta vez, desde una perspectiva afortunadamente más simbólica, la izquierda mallorquina también va a por todas. No hay que olvidar que se trata del segundo monumento franquista más grande de España tras el Valle de los Caídos.

Este jueves se comentaba que algunos partidos de izquierdas están llamando a sus afiliados para que acudan a Palau Reial el 18 por la mañana. La vieja memoria resurgirá por un día de sus cenizas, que un día fueron fuego y ahora, para ellos, son dignidad. Se dice que hay gente en Podemos entusiasmada por convertir el asunto del monumento es una demostración de fe en la democracia. De momento son comentarios. «Pero esta vez nos mantendremos firmes».

Este viernes los miembros de los partidos de izquierdas que forman parte de la ponencia política de Patrimonio, y «ante la disparidad de los criterios técnicos», votarán por la desprotección. Y tienen mayoría. El martes las intervenciones pueden alcanzar ribetes de alto contenido ideológico entre el calor sofocante que anuncian los metereólogos y el cambio climático. Es julio y, en el ocaso, será noche de verano. Se espera en el pleno, o en los aledaños, porque no habrá sitio para todos, a los grupos defensores del mantenimiento del monumento, incluida la gente de Jorge Campos, que ya ha presentado denuncia en Fiscalía. Se ve venir el 18 de julio simbólicamente más ardoroso desde hace más de ocho décadas.

Incluso el PSIB-PSOE, que es el partido del Pacte más tibio a la hora de plantarse y votar por la no catalogación, esta vez se va a poner firme, comenzando por el vicepresident del Consell y responsable de Cultura, Xisco Miralles. No hay marcha atrás posible. Metafóricamente, las barcazas ya han cruzado el Ebro. Ahora toca argumentar, votar y resistir el embate. No hay otra. Esta vez sudarán la camiseta hasta sus últimas consecuencias, aunque sean judiciales. Más de ochenta años de memoria histórica les contemplan.

Luego la orden de demolición quedará en manos del alcalde Antoni Noguera tras la realización de los pertinentes trámites. Pero en medio están los tribunales. La batalla jurídico-política se anuncia también antológica, de ofrenda moral a las futuras generaciones.