Juguetería La Industrial. | Pere Bota

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La ilusión y la magia de la juguetería La Industrial han sido capaces de derrotar todos los problemas que han encontrado a lo largo de su historia. «La juguetería La Industrial ha sobrevivido a la guerra, a la posguerra, a la crisis económica del 92 y a la de ahora, que ha sido brutal», explica Concepció Aguiló, una de sus propietarias. En este sentido, destaca que nunca ha cerrado sus puertas, ni durante los días más duros de la Guerra Civil, cuando las bombas caían sobre Palma.

Sin embargo, Concepció es pesimista y asegura que «el pequeño comercio está sentenciado de muerte, va a desaparecer en 10-15 años». La competencia que suponen las grandes superficies y las ventas por internet, así como el encarecimiento de los alquileres son mucho más potentes que las bombas y la falta de recursos económicos.

Pese a ello, Concepció no pierde la sonrisa y recuerda con cariño la historia de uno de los establecimientos emblemáticos de Palma. Cort data la fundación de La Industrial en el año 1929, pero Concepció precisa que, aunque no exclusivamente como juguetería, existía desde antes. En este sentido, señala que un cliente les llevó un anuncio de 1898. Su abuelo la compró en el año 1929 y destaca que antes ya se vendían juguetes, aunque también objetos de regalo: abanicos, juegos de café, coronas de flores –precisa que no tenían nada que ver con las de hoy–. Poco a poco, su abuelo fue especializándose en juguetes porque le gustaban mucho, pese a que era joyero.

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Su padre nació en La Industrial y cuando estalló la Guerra Civil se fue a Son Serra. Sin embargo, la juguetería nunca se llegó a cerrar. La posguerra fue muy dura y muchos carpinteros hacían juguetes; su abuelo también los fabricaba y su abuela les hacía vestidos a las muñecas.

La Industrial siempre ha vendido juguetes tradicionales. No obstante, una de sus propietarias insiste en que el pequeño comercio atraviesa por momentos muy duros. «Hemos llegado a estar 16 personas trabajando en la campaña de Navidad y ahora estamos tres», lamenta con tristeza. Con lo que no han podido los cambios que ha traído el siglo XXI es con la ilusión de los niños, que cada día se paran en el escaparate a mirar los juguetes cuando vuelven del colegio.

Para Concepció, La Industrial forma parte de su vida. Con nueve años ya atendía a los clientes en la tienda. «Cuando supimos quiénes eran los Reyes Magos ya vinimos a trabajar aquí», cuenta. Al principio disfrutaba de estar rodeada de juguetes, pero con la adolescencia miraba con tristeza cómo sus amigos pasaban por la puerta para salir.

Entre sus clientes destacan los mallorquines que les han comprado toda la vida, así como los extranjeros; el año pasado tuvieron muchos franceses y suecos. En este punto precisa que los extranjeros no quieren bolsas ni envoltorios, solo los juguetes. También han tenido clientes ilustres, como la reina Sofía, Grace Kelly y actores, entre otros.