Fachada del minúsculo local. | Julián Aguirre

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«Merendero histórico donde los haya. Los mejores bocatas de Palma, no dejes de probar el bocata de caballa». Esta es una de las muchas opiniones que se pueden encontrar en internet del Merendero Minyones, un pequeño local de 8 metros cuadrados y otros tantos de almacén, en la parte superior, ubicado en la esquina entre Peraires y el carrer Minyones, que desde el año 1948 ?por tanto cumple este año 70 de existencia? es frecuentado por trabajadores de la zona, vecinos, gente de paso e incluso muchos turistas buscando el mejor bocadillo.

Conocido antiguamente como ?Ca na Brutes?, desde hace un año lo regenta María Martorell, quien a sus 50 años de edad sigue deleitando a una fiel clientela que acude a diario, e incluso guarda pacientemente cola, para comer bocadillos de sobrasada, paté de Felanitx, queso mahonés, ...

«Yo venía como clienta, y me pedía mi bocadillo de boquerones, con mi novio, que ahora es mi marido. Teníamos 16 años y nunca me imaginé que llegaría a llevar este negocio. Pero hace años me quedé en paro y, casualidades de la vida, pasamos por aquí y vimos que el local se alquilaba, por lo que no dudamos en pedir un préstamo y cogerlo». Cuando le preguntamos cuál es el secreto del éxito, no lo duda: «El pan que compro en el Forn La Pau, tomates de ramallet, aceite de oliva y buenos productos».

MERENDERO MINYONES.

Los más mayores de la zona recuerdan que anteriormente fue una pescadería. Tampoco olvidan a los primeros propietarios, un matrimonio que siempre estaba discutiendo. Algunos famosos que han pasado por la zona han hecho un alto en el camino para coger o comer un bocadillo en su pequeña barra exterior o sentados en uno de los bancos del paseo del Born, como hacen muchos clientes, como Inmaculada, que trabaja en la Conselleria de Turisme y acude a diario a por su bocadillo de jamón York. «Vengo desde que estudiaba la carrera. Además de buenos bocadillos, charlas un rato con María y de vuelta al trabajo».

Bastian, a sus 39 años, es otro habitual. «Estudiaba Turismo a los 17 años y ya venía expresamente aquí porque eran los mejores bocadillos, los más grandes y los que están a mejor precio de la zona».