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En los últimos días se ha hecho mediático el caso de Ibrahima Pouye, un ciudadano senegalés que hace 24 años está afincado en Mallorca, en concreto en Santa Margalida, por lo que se siente «un mallorquín más» y que afirma que «haré lo que sea por traer a mi hijo».

Con este objetivo se ha iniciado una recogida de firmas en el portal Change.org dando a conocer la situación de este hombre y su hijo de trece años, quien está retenido en Dakar desde enero porque le niegan el visado.

La campaña pretende sensibilizar a toda la sociedad y en especial a las administraciones para dar un impulso a su situación y facilitar el trámite del reagrupamiento familiar, después de que el viaje a su país natal el pasado diciembre para celebrar allí las fiestas de la Navidad acabara en una pesadilla.

«Ibrahima Pouye agota sus opciones de recuperar a su hijo por los cauces legales después de que el consulado español en Dakar le haya denegado el visado y Extranjería le obligue a pasar por un calvario para iniciar el proceso de reagrupación familiar», explica la citada petición, que asimismo asegura que Ibrahima se encuentra «desesperado» por recuperar a su hijo y «dispuesto a explorar todas las opciones, incluidas las ilegales, para conseguirlo».

«Estoy dispuesto a hacer lo que sea. Incluso pagar a un traficante para que lo lleve a Francia. Luego le traería desde allí sin problemas. También se me ha pasado por la cabeza traerlo dentro de una maleta», explica Ibrahima, quien ha seguido con atención el caso de un hombre que contactó con una organización para introducir en el país a su hijo menor, y este fue finalmente interceptado en la frontera de Ceuta dentro de un equipaje.

«Sabía que mi hijo Mohamed podía tener algún problema con el visado, pero estaba seguro de que podía resolverlo sin problemas en el consulado español en Dakar», explica Ibrahima, trabajador de la construcción y residente en la localidad mallorquina en un perfecto catalán.

El niño estaba afincado y escolarizado en el centro de Santa Margalida pero en 2015 al niño le caducó su NIE.

«Desde entonces he intentado volver a hacer el reagrupamiento familiar, sin éxito. Pensé que en Dakar me resultaría más fácil. Tenía toda la documentación necesaria y sabía qué tenía que hacer. Ni siquiera me preocupé cuando me dieron cita en el consulado para el día 15 de enero, pese a que teníamos previsto volver a Mallorca el 11. Firmé un poder notarial a mi madre para que hiciera la gestión y dejé a mi hijo con ella pensando que en unos días le tramitarían el visado con el que podría entrar en España», rememora Ibrahima, aunque todo fue mucho más complicado.

«En el consulado español en Dakar todo funciona a base de trapicheos. No me gusta hablar así, pero a los blancos les tratan de una manera y a los negros de otra. Vas allí y si eres de color te sientes segregado», asegura Ibrahima, quien en las últimas semanas ha chocado con todas las autoridades implicadas.

«Cada vez que voy a Extranjería para pedir un nuevo reagrupamiento familiar me exigen una documentación diferente. Y cuando les llevo lo que me han pedido me dicen que no sirve o que necesito más papeles», un periplo que conduce al padre de familia a la desesperación.

«Ahora mismo mi hijo está fuera del sistema. Se ha criado aquí, en castellano y en catalán. No puede seguir un curso allí en francés, no conoce el idioma, ni conoce a nadie salvo a su abuela», lamenta.

«Está en un limbo y ya ha perdido dos meses de curso, no puedo permitir que pierda más tiempo. Allí está bien cuidado por su abuela, pero no es lo que él conoce, donde se ha criado. Pasa los días sin hacer nada, solo queremos que vuelva a Mallorca para que todos podamos seguir con nuestras vidas aquí. Es increíble lo que nos está pasando».