Pedro Sánchez en el Congreso tras la votación de la moción de censura. | SERGIO PEREZ

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O Pedro Sánchez toma la iniciativa a partir del minuto uno de su mandato, es decir, a partir de la semana próxima, o el complejo equilibrio de fuerzas que encabeza acabará devorándolo. Ahí tiene Francina Armengol un importante papel a jugar. Debe convencer a su líder de que ha llegado la oportunidad única de edificar el Estado federal que reconozca y solidifique el carácter plurinacional, plurilingüístico y pluricultural de España.

Sánchez ha de poner la directa federalista con la mirada puesta en un referéndum para que la población decida una reforma constitucional que logre, por fin, que catalanes y vascos (y otros pueblos periféricos) se sientan cómodos y a gusto dentro de la bóveda legal hispana. Por tanto, Sánchez ha de contar con ellos para esta reforma, que deberá decidirse forzosamente en consulta popular, ya que en las Cortes no colaborarán ni PP ni Ciudadanos. En esta nueva Carta Magna debe caber, hasta la última coma, el 'nuevo' Estatut de Catalunya que mutiló el Tribunal Constitucional en 2010 y que fue la génesis del actual conflicto.

Sánchez no puede perder el tiempo. Necesita a catalanes y vascos en vanguardia para lograr este objetivo, para impulsar esta transformación mirando al futuro y desde su colaboración y solidaridad. Y Pedro Sánchez tiene apoyos -muchísimos y muy sólidos- para lograrlo. Recordemos a la ministra de Justicia alemana, Katarina Barley, refiriéndose a Puigdemont: «Si no le dejan volver a España, esperenos que sea feliz en nuestra república federal». Las palabras de Katarina, que levantaron revuelo, eran todo un mensaje.

La República Federal Alemana es un modelo de Estado moderno de sociedad libre y equilibrada. Allí no existe el plurilingüismo, pero han logrado un perfecto entendimiento entre las comunidades protestantes y católicas, que protagonizaron feroces conflictos hasta la paz de Wesfalia en el siglo XVII. Allí nació una semilla de fanatismo que llegó hasta el siglo XX con consecuencia nefastas.

Cuando en 1945 los norteamericanos limpiaron Alemania de nazis, dotaron a este pueblo de un instrumento hecho a la imagen y semejanza de las fuerzas liberadoras: una república federal, democrática y abierta. Por imperativos de la guerra, a los soviéticos les permitieron ocupar Prusia (la RDA), por entonces y durante siglos el más centralista, cerrado y dominante de los Estados alemanes (la Castilla del norte). Los yanquis también se cuidaron de mantener un Berlín partido, que ya no fuese una amenaza generadora de casta dominante como lo había sido antaño.

Con el resto de nacionalidades germanas (las más industriosas, creativas y laboriosas), los norteamericanos impulsaron un Estado federal modélico en tolerancia y en respeto, que acabó absorbiendo y democratizando Prusia en 1989, cuando cayó el Muro. Ahora los alemanes federales son los líderes de la Unión Europea. Son ejemplo y son orgullo de libertad.

Sánchez tiene ahora ante sus ojos el sueño federal, que selle para siempre la igualdad entre el centro y las periferias, desde el respeto y sin prepotencias, desde la pluralidad en la toma de decisiones y alejado del centralismo tensador y dominante; desde la potenciación de la riqueza plurilingüe y pluricultural, Un Estado federal que entierre los complejos de superioridad uniformista; una federación sin chulerías, ni altiveces, ni expolios fiscales del centro sobre la periferia, sin desprecios hacia la diversidad, sin monolitismos culturales.

Es un sueño muy antiguo. El primer intento de constitución federal data en España de 1873, tras la eclosión de la Primera República, abortada poco después por un pronunciamiento militar. El advenimiento de la Primera República fue posible gracias al apoyo de los Estados Unidos, primer país que la reconoció. Washington quería una nación a su imagen y semejanza en Europa. No lo lograron. El intento fue abortado por los espadones reaccionarios de la España negra. Y las consecuencias fueron funestas. Un cuarto de siglo después las escuadras yanquis atacaron a los españoles (sus antiguos aliados) en Cuba y Filipinas. ¡Qué diferente habría sido la Historia si la España federal hubiera sabido mantener como amigos a los norteamericanos desde 1873 en adelante!

¡Qué diferente puede ser a partir de ahora el presente y el futuro si el sueño federal se hace realidad por referéndum y reforma constitucional! ¡Los pueblos ibéricos por fin hermanados desde la igualdad, sin pataletas de mando centralistas... ¡y con el apoyo federal alemán! (Sin el cual es imposible comprender la fulminante caída de Rajoy).

El tren de la Historia se ha parado en la Estación Sánchez. ¿Sabrá aprovechar la oportunidad? ¿Se lo sabrá hacer ver Francina Armengol? La coyuntura actual es clave, es única, es hermosa y está cargada de esperanza.