Detrás del apretón de manos de doce segundos que paralizó el planeta el pasado día 12 de junio; de la histórica cumbre entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, que desembocó en un acuerdo de desnuclearización que «cambiará el mundo» hay varios meses de trabajo a contrarreloj.
Alejado de los focos y de las cámaras, Fernando Gibaja (Madrid, 1 de marzo de 1969) ha pasado de dirigir con liderazgo el hotel Jumeirah Port Sóller a formar parte de los libros de Historia como director del hotel Capella de la isla de Sentosa, en Singapur, que acogió la cumbre del siglo. Con la satisfacción del deber cumplido y más orgullo que cansancio a pesar de jornadas maratonianas de «18 horas diarias de trabajo» en las semanas previas al evento, Fernando Gibaja atiende a Ultima Hora desde las entrañas del lujoso hotel de cinco estrellas situado en medio de la selva tropical de la isla de Sentosa, con los ecos de la cumbre resonando por todos los rincones del país. Después de su exitoso paso por la dirección del Jumeirah Port Sóller durante cuatro temporadas entre 2010 y 2014, Gibaja desembarcó en Dubai antes de recalar hace ahora un año en el hotel Capella.
Las imágenes de ambos líderes, estrechándose las manos, paseando por los jardines del hotel o durante el exclusivo almuerzo, coparon las portadas del mundo entero. Pero más allá de los flashes, la cumbre comenzó a cocinarse a fuego lento hace varias semanas. «Todo arrancó hace unos dos meses, a comienzos de abril, cuando representantes de la embajada americana realizaron una primera visita de inspección al hotel», explica Gibaja. Activada la maquinaria, Donald Trump prende la mecha de la duda al anunciar la suspensión del encuentro con el líder norcoreano. Era el 24 de mayo. «La incertidumbre entonces fue máxima. A pesar de ese anuncio, nos llamaron de la embajada americana para transmitirnos calma. Nosotros ya teníamos reservadas las 112 habitaciones, por lo que tuvimos que convencer a los clientes para desviarlos a otros alojamientos. Del 7 al 14 de junio, el hotel fue en exclusividad para la cumbre». El 5 de junio, la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, daba oficialidad a la cita en el hotel Capella vía Twitter.
El movimiento humano que envuelve una cumbre de esta importancia es «abismal». Entre personal de la Casa Blanca, Servicios Secretos, embajada americana o el FBI, la comitiva estadounidense reservó cerca de 700 habitaciones en diferentes hoteles de Singapur. El presidente Trump se alojó en el St. Regis, mientras que el líder norcoreano y su comitiva escogió el Fullerton. «Una vez confirmada la cita del día 12, la actividad comenzó a ser frenética. Las medidas de seguridad estuvieron controladas por la policía de Singapur y los servicios secretos de Estados Unidos. En el contorno del hotel habia 200 polícias más otros 200 en el complejo el día de la cumbre. Además de barcos militares, helicópteros, francotiradores en los edificios por parte de ambos países? Como en las películas, pero era la vida real».
El director nunca «había vivido nada igual» a pesar de que durante su etapa en el Jumeirah «tuvimos alojados a familias reales». Por razones de seguridad, el interior del establecimiento sufrió un lavado de cara radical en un tiempo récord. «Unas 250 personas estuvimos trabajando sin descanso durante la semana previa. Pintamos el hotel, cambiamos todos los muebles, vaciamos la librería por completo, convertimos habitaciones en oficinas... Hay proyectos de cuatro o cinco días que nosotros tuvimos que hacer en 24 horas».
Gibaja describe cómo fue el día D. «La noche anterior a la cumbre me fui a casa a las tres de la madrugada y a las cinco ya estaba de nuevo trabajando. El hotel se cerró desde las 6?30 hasta las 18?00 horas. Nadie podía salir ni entrar. Kim llegó al filo de las ocho de la mañana, pero fue imposible verlo. A Trump lo recibí cuando llegó con la Bestia, la limusina del presidente de Estados Unidos. Me acompañaron los del Servicio Secreto y nos saludó cordialmente. Solo diez personas de las 250 del hotel teníamos acceso al presidente de los Estados Unidos».
En el nivel 4 del hotel, donde se encuentran The Library y Cassia, resultó inaccesible para Gibaja y el resto de directivos y empleados del hotel, que vieron la firma por televisión desde la cantina: «La tensión se podía cortar. Pero era una tensión positiva porque todo el mundo quería que saliera bien. Cuando se dieron la mano, todos nos miramos satisfechos. Fue de esas experiencias de la vida inolvidables y que te une. El equipo humano que me rodea es extraordinario».
Después del acto, Kim abandonó el hotel mientras que Trump ofreció la rueda de prensa para 500 periodistas, aunque «las peticiones rozaron las 5.000». El momento más especial llegó cuando el presidente de los Estados Unidos recibió a Fernando Gibaja y otros cuatro privilegiados para «felicitarnos por la organización». Todo había salido perfecto. Al día siguiente, el hotel recuperó su aspecto habitual para acoger una boda de una conocida pareja de Hong Kong.
2 comentarios
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Vaya notición
Enhorabuena Fernando! Podrías regresar a Mallorca y organizar alguna conselleria, la de Turisme por ejemplo, así la dirijiría alguien con experiencia en el sector. Algo inaudito por cierto.