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Pasea por el actual Centro de Historia y Cultura Militar con soltura. Este edificio fue su segunda casa durante casi 20 años, y hay cosas que no se olvidan.

Y es que para el coronel médico Manuel de Timoteo Barranco (Algeciras, 1948), el edificio anexo a la parroquia castrense siempre será el Hospital Militar de Palma, donde ejerció de oftalmólogo durante dos décadas. El coronel Manuel de Timoteo nació cien años después de los inicios del hospital militar, pero conoce la historia con el detalle del que la ha vivido: «En el año 1837, por la desamortización de Mendizábal, salieron las últimas religiosas del monasterio de Santa Margarita y se fueron hacia la iglesia de la Concepción», explica el coronel Timoteo.

Tras 10 años de desuso, el Estado decidió reconvertir el monasterio en el hospital militar, destinando el recinto de la Iglesia para material de fortificación, en 1847. De Timoteo explica que «en los primeros años el hospital funcionaba muy bien. Había también en Menorca y en Ibiza, pero el de Palma era el de referencia».

En 1860, la reina Isabel II visitó el hospital para conocer qué era lo que se hacía allí. El militar al mando que había en ese momento era el capitán general Fernando Cotoner, que tenía el favor de la monarca ya que había sido Gobernador de Puerto Rico durante tres años. «La reina Isabel II hizo la farmacia militar y la escalera isabelina, detalles que aún se conservan».

Para el médico Manuel de Timoteo, uno de los mejores directores que tuvo el Hospital Militar de Palma fue «el general Valeriano Weyler. Fue presidente de la Academia de Medicina y Cirugía, además de pionero en operaciones de hernia inguinal, y trató cálculos renales y litiasis. Es justo que el Hospital Militar de Mallorca llevara su nombre». El momento culmen de este centro hospitalario fue la guerra civil. «Teníamos sólo 300 camas, y estaba saturado». Algunos de los quemados del Crucero Baleares acudieron al hospital a curarse, y Timoteo recuerda que «se tumbaban y los médicos les colocaban unos arcos de hierro para que las sábanas no les rozasen la piel».

Una vez iniciada la transición, el hospital militar comenzó su descenso. «En 1985, se comenzó a desviar a los militares a los centros privados y el hospital dejó de estar tan concurrido. Sólo se veían las tropas de reemplazo, soldados que hacían el servicio militar y los tribunales médicos».

En junio de 2005, el hospital cerró sus puertas para siempre. Hoy ocupa su lugar el Centro de Historia y Cultura Militar, y algunas dependencias se cedieron a la residencia Sant Miquel. Para De Timoteo, «el cierre fue una desgracia, yo puse más de media vida aquí. Lo extraño mucho».

Retirar las lentillas de Juan de Borbón

A lo largo de su historia, en el Hospital Militar se han vivido muchas anécdotas. Manuel de Timoteo recuerda una que él mismo vivió con Juan de Borbón, el abuelo del rey Felipe VI. El coronel médico explica que en 1987 «le atendí porque tenía los ojos rojos y necesitaba que le retirasen las lentillas, que estaban muy pegadas. Tuvo que ser un domingo para que no le vieran porque había amenaza de atentado. Él se sintió muy agradecido y me invitó a su barco una tarde».