En el año 1939 Joyería Miró abrió en la calle Sant Miquel y en la década de los 70 entró en el negocio el hijo de Pedro Miró, Pedro Miró Fuster. | M. À. Cañellas

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Los hermanos Pedro y Juan Miró, músicos que tocaban durante los descansos en el cine, decidieron abrir en 1932 su primera relojería, hoy comercio emblemático de la ciudad.

«Decidieron dejar la música porque es una profesión muy esclava y para tener una familia es muy difícil», explica el hijo de Pedro Miró. «Cuando mi padre conoció a mi madre se metió en este mundo porque en la familia ya había cierta tradición en la relojería», añade.

Con el paso de los años, y superando las dificultades propias de le época, como eran la escasez de medios y mercancías, los Miró se fueron especializando en relojes -materia que estudiaron en Barcelona- y en los diferentes artículos de joyería, platería, diamantes, joyas por encargo y diseños 3D. «Mi padre y mi tío se dieron cuenta de que la joyería funcionaba y aumentaron la gama de productos y de servicios», asevera el actual propietario.

En el año 1939 abrieron la tienda de la calle Sant Miquel y en la década de los 70 entró en el negocio el hijo de Pedro Miró, Pedro Miró Fuster. «A partir de aquí intenté hacer especializaciones, estudié en Barcelona para perfeccionar el oficio y me hice relojero», explica Miró.

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«Una de nuestras especializaciones son las alianzas de boda, vamos a casi todos los eventos que se puedan realizar en Mallorca en cuanto a bodas», cuenta. El establecimiento también tiene el servicio de reparación de relojes de carillón a domicilio. En la actualidad, Pedro Miró trabaja junto con sus dos hijas, Estefanía y Patricia Miró, la tercera generación que regentará el negocio. «He crecido dentro de esta joyería y ahora lo está haciendo mi hija, que es como yo». Estefanía confiesa que le «gusta estar de cara al público», mientras que Patricia expresa que la Joyería Miró para ella significa «familia». «Quiero continuar con el negocio, he estudiado gemología y me he especializado en diamantes porque quiero seguir aquí», añade.

Su secreto para superar la crisis es dar un añadido. «Resulta más difícil padecer una crisis económica si te especializas, la hemos tenido y no se ha ido, pero el servicio personalizado todavía no lo dan las grandes plataformas y es lo que caracteriza al pequeño comercio».
Sus clientes son principalmente mallorquines y en verano, extranjeros. Los productos que más venden son los relojes, la plata y las alianzas de boda, además de la perla de Mallorca para los extranjeros.

De cara al futuro, prestan una gran importancia a las exposiciones, se están anunciando en portales de servicio de bodas, tienen página web y están estudiando la posibilidad de tener una tienda online.

Respecto a la declaración de Establecimientos Emblemáticos, piensa que «es un reconocimiento a años de dedicación y esfuerzo, es una recompensa moral. Pero sería bueno que el Ajuntament tuviese un sistema en el que con el ticket de compra de la tienda se descontase una hora de pago del parking para fomentar el pequeño comercio», asevera el empresario.