Los asistentes se quedaron encantados con su conferencia, es usted un fenómeno de masas.
— Soy un fenómeno de masas muy a mi pesar. Soy conocido porque fui secuestrado. Por eso, en mis charlas nunca hablo del secuestro, hablo de mi trabajo, porque sino parece que no he hecho nada más en mi vida. Y han sido diez años de periodismo.
¿Cómo decidió que quería ser corresponsal de guerra?
— En 2001, una conferencia del fotógrafo iraní Reza que mostraba su trabajo en zonas de conflicto me hizo abrir los ojos y ver que había otro tipo de periodismo. Además, en mi época de la universidad coincidió la guerra de Irak y la invasión de Afganistán. Mi primer viaje lo hice solo, con 25 años, y fui a Bagdad.
¿Qué es lo que más le gusta de esta profesión?
— Con 25 años piensas que eres lo más importante y que te va a fichar un gran medio de comunicación. Después, tuve una crisis de identidad y me preguntaba si de verdad quería dedicarme a esto. Pero me di cuenta de que lo que de verdad me gustaba era ir a conocer sitios donde el 99 por ciento de la población no va a tener la oportunidad de ir, sentarme y empaparme de historias que me regala la gente. Soy afortunado, soy quien soy por las personas que han pasado por mi vida y que me han regalado su tiempo para que yo plasmase su historia. No lo cambio por nada.
Usted critica lo mal pagado que está este trabajo.
— No es una crítica, es una realidad. El Mundo paga 35 euros por una noticia desde Siria en la web, y El País paga 45. Nosotros, que tenemos una función de denuncia y siempre hablamos de las condiciones de otros trabajadores, ¿porqué nunca confesamos lo que pasa dentro de nuestro gremio? Nuestro trabajo tiene un valor, y todo tiene consecuencias.
¿Qué tiene que tener un corresponsal de guerra?
— Un punto de locura, de egolatría y de solidaridad. También tiene que tener honestidad y compromiso. Estas dos últimas cosas hacen bueno a un corresponsal de guerra y a un periodista en general. Es fundamental, porque sino tu trabajo no llega a la gente, no sirve para nada.
¿Qué consejo le darías a todos los futuros periodistas que quieran ser corresponsales?
— Que luchen por sus sueños. Yo empecé en el periodismo deportivo, y tenía un jefe en el diario As que me dijo que no valía para el periodismo, y le estoy muy agradecido porque me empujó a irme. También les diría que es una carrera de fondo, no se llega a ser un periodista de renombre en la primera cobertura.
Es duro ser corresponsal de guerra, pero ¿lo es más en el caso de ser mujer?
— Depende. En el mundo musulmán, una mujer puede hablar con hombres y mujeres, pero un hombre no tiene acceso a la mujer. A nivel físico, hay que llevar un equipo de 30 kilos, por lo que no verás muchas mujeres en primera línea, pero sí en hospitales o campos de refugiados. La mujer tiene mucha más empatía, y sabe conectar mejor con la gente.
1 comentario
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Que nadie se lo tome a mal,pero siempre me ha interesado la opinión de un corresponsal de guerra sobre los barrios degradados de las ciudades europeas, lo dejo ahí como idea de investigación...