Imagen de la fachada del Ayuntamiento de Palma. | M. À. Cañellas

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El jefe del servicio de tramitación administrativa de licencias de obras de Cort, Gabriel Buades, dejará de emitir los informes en catalán y volverá a hacerlo en castellano porque ha suspendido la prueba oral del nivel C2 de la lengua catalana. En una carta enviada la semana pasada a la directora general de Política Lingüística del Govern, Marta Fuxà, el funcionario reconoce que esto le «desconcierta profundamente» ya que está seguro de que su nivel de catalán hablado es «bueno».

No obstante, expone en el escrito que «ciertamente no soy un buen actor y por eso no escenifiqué demasiado bien, en la citada prueba oral, mi papel de director de una revista gastronómica o el de fabricante de vehículos diesel». Además, añade que «no me puedo creer que lo hiciese tan mal como para ser parte del 8 % de los examinados suspendidos».

Buades explica que es catalanoparlante desde su infancia, al igual que todo su entorno, y asegura que «quiero el catalán, ya que es mi lengua».

Sin embargo, añade que por su edad (55 años) su formación ha sido siempre en castellano.

A pesar de ello, hizo un esfuerzo personal de inmersión lingüística para poder emitir los informes urbanísticos en catalán. El jefe de licencias reconoce que este giro no fue fácil. «He hecho un gran esfuerzo con la finalidad de llegar a hacer un uso profesional del catalán con la soltura necesaria». Así, reprocha a la responsable autonómica de Política Lingüística que «me acaban de decir que no sé, que no haga más uso del catalán y así lo haré».

A partir de este momento, el funcionario deja de utilizar el catalán en la carta y se dirige en castellano a todo el departamento de Política Lingüística. «Me han hecho ustedes un gran favor. Vuelvo al castellano. No haré nunca más uso del catalán profesionalmente (salvo en los supuestos que deba hacerlo por imposición legal)». No obstante, precisa que «seguiré hablando catalán en el ámbito familiar y con mis amigos catalanoparlantes, pero nunca más lo haré de manera voluntaria en mi ámbito profesional. Y no porque yo no quiera, he demostrado que sí quería, si no porque ustedes me han dado un portazo en la cara».

Para concluir, confiesa que «solo lamento haber perdido el tiempo aprendiendo catalán; debería haber dosificado mis esfuerzos mejorando mi maltrecho inglés. Creo que con el castellano y el inglés estoy en condiciones de ofrecer un mejor servicio público a la ciudadanía».