La procesión del Sant Crist de Santa Creu, que se celebra desde el año 1951, se vivió en un clima de solemnidad y emoción. El paso fue llevado por la cofradía del mismo nombre y acompañado por una veintena de hermandades más. El desfile penitencial, que tuvo una gran afluencia, salió de la iglesia de Santa Creu, y continuó por calles del barrio de Sant Pere, como Forn de l'Olivera, Barques de Bou o Pólvora. El paso recorrió lugares emblemáticos como la Porta de Santa Catalina o la Plaça de la Drassana, que congregaron a numerosos fieles. Los cofrades finalizaron su recorrido entrando con la imagen del Sant Crist de Santa Creu en su iglesia.
El desfile penitencial del Camí de Getsemaní, uno de las pocas procesiones de barriada que quedan, estuvo muy concurrido. Las cofradías de La Soledat y Santa Mónica, con unos cien penitentes cada una fueron las encargadas de llevar el paso de Nuestra Señora de La Soledat, que salió de la parroquia del mismo nombre cerca de las nueve de la noche. La imagen de la Virgen, que fue empujada por doce cofrades, dejó atrás la Plaça dels Mínims para continuar por la calle Cabrera y seguir por la calle Amer. El desfile penitencial continuó su recorrido por Rector Petro, Sureda y Reis Catòlics. Uno de los momentos más emotivos fue cuando la imagen rodeó casi por completo la Plaça Miquel Dolç, llena de fieles. Los cofrades siguieron su camino por la calle Adrià Ferran hasta la parroquia de Sant Josep Obrer, donde finalizó la procesión.
La apacible tarde permitió que ambas procesiones lucieran con todo su esplendor, y la sensación de los asistentes fue positiva.
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