Los dos acusados volverán este viernes al juzgado para la última jornada del juicio.

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«En la UIB no se puede trabajar. La situación del departamento es insostenible». «En la Universitat se están produciendo conductas delictivas para conseguir el poder». El catedrático de Filosofía Moral Miguel Antonio Beltrán y el profesor Andrés Luis Jaume, respondieron así en juicio a las acusaciones por acoso a una compañera para que renunciara a una asignatura que impartía.

La primera jornada del juicio, en el que ambos afrontan peticiones de dos años de cárcel, mostró el enfrentamiento en la facultad entre varios bandos que llegó a provocar que se tuviera que separar los despachos de los docentes.

Los dos acusados negaron haber participado en la campaña de acoso, que duró varios años, contra una compañera, pero ésta les señaló como los dos principales sospechosos.

Según la denunciante, el primer episodio tuvo lugar tras una reunión. Relata que el catedrático se acercó a ella y comenzó a insultarla. «Me llamó falsa, mentirosa e hipócrita».

El acusado admite que se acercó a decirle algo en esa ocasión, pero no aclaró el qué. A partir de ahí, la víctima cuenta que comenzó a ser acosada por el secretario personal del catedrático. La abordaba en el pasillo, la insultaba y la esperaba fuera de la facultad para intimidarla. La magistrada convocó a esta persona para que declare este sábado como testigo.

En una segunda fase, la profesora comenzó a recibir llamadas amenzantes en su casa. Se le acusaba de haber plagiado su tesis. En esa misma línea comenzaron a llegar correos electrónicos a otros miembros del departamento. La docente terminó pidiendo una baja por la situación, que denunció ante varias instancias de la UIB.

Los dos acusados rechazan haber sido los autores de esos correos y pretender quitarle la asignatura a la profesora. «No se roban las clases», dijo el catedrático y su compañero de banquillo declaró ser «absolutamente incompetente» para asumir esas clases. Los dos dijeron haber sufrido encontronazos con otros compañeros y con el funcionamiento de la UIB.

Las acusaciones mantienen como pruebas contra los acusados la visita de uno de ellos a la biblioteca para intentar acceder de forma anónima a la tesis de la víctima. También consta la declaración de un alumno que dijo haber escuchado de uno de los acusados que el acoso contra la profesora iba a funcionar.

El departamento

Los dos acusados incidieron en el mal clima en el departamento. La situación llevó a una intervención directa de una empresa de riesgos laborales para intentar poner orden que emitió una serie de recomendaciones al rectorado. Entre ellas, separar los despachos de los docentes. «Las personas en conflicto eran el departamento entero», señaló uno de ellos que también afirmó haber estado en tratamiento.