Vista aérea de la parte del recinto de Son Dureta que se está derribando. | Redacción Local

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Cada día que pasa deja un poco más atrás el antiguo hospital de referencia de Baleares mientras se avanza hacia el nuevo sociosanitario, la gran apuesta dentro del Plan Estratégico de Atención a la Cronicidad con el cual se quiere mejorar la atención a las personas con enfermedades crónicas.

Son Dureta se desmonta piedra a piedra, sin prisa y sin pausa, cumpliendo con la normativa dada la complejidad y la necesidad de manipular material contaminante como es el amianto. A mediados de verano ya se han ejecutado un 30 % de las obras de demolición cuyo plazo previsto era de nueve meses y deberán terminar en enero de 2020.

Durante esta primera etapa, que cambiará definitivamente la fisonomía del complejo, se derribará el edificio de consultas externas y el de Materno-Infantil, infraestructuras que ya se han vaciado de mobiliario y elementos estructurales.

El inmueble que ya no existe es el que acogía la cocina y los vestuarios y estaba ubicado en la puerta de emergencias. La demolición comenzó por este edificio al ser el módulo más bajo, con tres plantas y la cubierta. Actualmente se trabaja en el de seis plantas que será el siguiente en derribar. Y finalmente se demolerá el edificio principal de maternidad, que tiene una altura de 42 metros y 12 pisos.

Esta última actuación, al ser la más delicada, empezará con el derribo mediante robots teledirigidos por operarios de las últimas cuatro plantas superiores. Una lona de 31 metros de extensión protege ya el exterior de posibles caídas de ruinas.

La última actuación se hará en el edificio verde, de consultas externas. Es la ejecución más complicada, ya que contiene amianto. Los operarios que trabajen en esta zona lo harán con una protección especial y máscaras.

Tratamiento de residuos

Al tratarse de la obra pública de demolición de mayor envergadura que se han realizado en Balears, genera muchos escombros. Los residuos se separarán en función de su origen ya sean cerámicos, hormigón o pétreos.

La previsión del IB-Salut es que esta fase inicial genere unos 40.000 metros cúbicos de residuos pétreos de los que se pretende convertir en grava unos 30.000, es decir el 75 %, que pasarán a reutilizarse dentro del mismo recinto.

Como se observa en la fotografía central, los residuos se están volcando en la parte central de la instalación para nivelar el terreno con los edificios que quedarán en pie y serán reformados en la siguiente fase.

Respecto al material contaminante, un equipo de trece obreros especializados trabajarán durante no más de cuatro horas diarias en la retirada de amianto del edificio verde. Se controlará así la exposición diaria al material cancerígeno. Además, los operarios pasarán por un módulo de descontaminación personal. No sólo eso, antes de la retirada del amianto se impregnará la superficie de fibrocemento con una solución acuosa que evitará la emisión de fibras de amianto que pueda causar el movimiento.

El nuevo complejo

El complejo hospitalario del antiguo hospital se convertirá en un espacio de atención integral para los pacientes con alguna enfermedad crónica y de atención de la dependencia.
Las obras de construcción empezarán el año que viene. Primero se erigirá el edificio B de 35.000 metros cuadrados y 242 camas. En esta infraestructura habrá una área de hospitalización, una zona ambulatoria de consultas externas, rehabilitación y hospital de día; un centro de salud y un servicio de urgencias de atención primaria (SUAP).

Al lado de este edificio hay proyectado un pasillo de zona verde, de unos 50 metros de ancho, que conectará directamente con el bosque de Bellver. Paralelamente se prevé la construcción de un edificio (C) de larga estancia para personas mayores.

En una segunda fase se reformará el edificio semicircular (denominado edificio A), en el que se prevé un centro de media estancia con 300 camas, un espacio para el Banc de Sang i Teixits y una planta destinada para uso de las asociaciones, entre otros.