El cierre de la cementera de Lloseta, que antes cubría la demanda interna, ha agravado la situación del sector de la construcción. Sin la cementera de Lloseta se tendría que apreciar una mayor demanda de cemento a granel procedente de la Península, pero en el puerto de Palma tendencia es negativa desde el pasado mes de agosto por el descenso de la actividad productiva. | EL ECONOMICO

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El descenso progresivo de la construcción balear desde el pasado mes de septiembre, con caídas de hasta un 7 % de media respecto a 2018, vaticinan que este sector entrará de nuevo en recesión a lo largo del primer semestre de 2020, según indican desde la Asociación de Constructores de Baleares.

«La ralentización de la economía balear nos está afectando de lleno, de ahí que si no se produce un cambio por parte de las administraciones la situación a medio plazo será muy complicada. Los retrasos de las licencias de obras en los municipios de las Islas, que llegan a los 18 meses en algunos ayuntamientos, han provocado un parón de la actividad empresarial. A esto hay que sumar la obra pública tiene una evolución negativa y ello no ayuda en la actual coyuntura», afirma el presidente de la patronal de construcción, Eduardo López.

Califica de «desastre» la actitud de los ayuntamientos «porque sus retrasos provocan que la inversión se decante por ir hacia otros lugares, lo que perjudica a nuestra actividad empresarial».

El director de la Fundación Impulsa, Antoni Riera, puntualiza que la construcción ha tenido hasta la fecha un crecimiento sostenido «pero la ralentización económica a medio plazo, en unos seis meses, afectará negativamente. Se empieza a notar de una manera seria el enfriamiento de la actividad productiva y la construcción, en concreto todos los sectores derivados relacionados con este sector, notarán el cambio de ciclo».

El presidente de los constructores puntualiza que mantienen, de momento, los niveles de ocupación. «En la actualidad hay más de 52.000 trabajadores en las Islas, que es una cifra adecuada a la producción que tenemos. Esto variará a la baja en 2020 en caso de que la inversión pública no se reactive»,, afirma.

La política en materia de vivienda, en su opinión, «está lejos de las promociones que se llevaban a cabo en los años 2003 y 2004, donde la inversión propiciaba la construcción de hasta 5.000 viviendas. Ahora, estamos en menos de 1.800 viviendas y no se vislumbra un cambio de tendencia porque no hay suelo urbano. Aquí, las administraciones tienen que tomar cartas en asunto para solventar la falta de vivienda y evitar que un sector clave para la economía balear entre de nuevo en una recesión técnica».

Un factor determinante, como es la importación de cemento a granel procedente de la Península, registra una evolución negativa desde agosto en el puerto de Palma. La patronal indica que los pedidos disminuyen porque están acorde con el número de obras que se ejecutan.

El enfriamiento de la economía afecta a todos los sectores productivos de las Islas

El enfriamiento de la economía balear se constata en un descenso progresivo del crecimiento del PIB desde principios de año, de ahí la variación a la baja de este indicador por parte de la patronal CAEB, que preside Carmen Planas, y de la Fundación Impulsa. La patronal, así como el director de Impulsa, Antoni Riera, y el presidente de la patronal de construcción, Eduardo López, piden un cambio para propiciar una recuperación de la inversión en el sector turístico, así como en promociones inmobiliarias. Piden al Govern y Consells que propicien suelo público para uso urbano, ya que en caso contrario los índices de producción en la construcción seguirán cayendo. Riera afirma que «hay una euforia ficticia sobre la evolución economía, ya que las bases son muy débiles y con tendencia descendente».