Rosa Jové, psicóloga infantil.

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Es especialista en psicología clínica infantil y juvenil y psicopediatra. De su decena de libros, cinco tratan sobre la crianza, un tema del que Rosa Jové (Lleida, 1961) hablará en el Quirónsalud Palmaplanas en el marco de la I Jornada de Pediatría que organiza el hospital.

En un mundo en que escasea el tiempo, recomienda estar más presentes que nunca en la vida de los niños ¿cómo conciliar?

—Es muy difícil, me gustaría tener una varita mágica... Los padres deberían pensar si tienen tiempo antes de tener hijos. A mi padre cuando le decían cuántos hijos podemos tener, siempre contestaba que uno más de los que crees que puedes mantener y uno menos de los que tendrás tiempo que criar. Los niños chupan más tiempo que dinero. Gasta menos en la cuna y no ahorres en tiempo. Esto nadie lo dice. En la preparación al parto te preparan para una hora pero no para los seis primeros meses. Y así nos va.

La hora de dormir es un conflicto en muchos hogares, ¿hay que acompañar al niño?

—Un niño pequeño, por definición, nunca se querrá ir a la cama y menos solo porque hay tantas cosas maravillosas de día que no se las quiere perder. En cambio un niño adolescente no querrá que vayas a su habitación. Lo de irse solos a la cama es cuestión de tiempo.

Dicen que los niños hacen familia pero no matrimonio.

—Antes de casarnos hemos sido novios y practicas sexo en cualquier lado. Los que dicen que por dormir con el niño no tienen vida marital mienten, sin hijo tampoco la tendrían. Siempre se encuentra un sitio y un momento. El problema es que, sobre todo las mujeres, vamos muy cansadas durante los primeros meses. Por otra parte las discusiones son síntoma de que los padres se preocupan y eso es sano.

Las generaciones pasadas decían sobre los niños: que lloren, así ensanchan los pulmones, ¿cuándo se supo que no era así?

—Eso es igual que el «pega a tu mujer que ella ya sabrá por qué». Hay gente que quiere utilizar la violencia, no es mi caso. Porque provocar que el niño llore es una violencia invisible como no hacer caso, o las miradas de desprecio, no acudir a una ayuda, no consolar cuando estás llorando… Eso es violencia. Pero estamos acostumbrados y la gente lo ve como algo normal.

¿Hasta que edad recomienda que el niño pueda dormir con sus padres?

—Mi familia era numerosa e íbamos durmiendo todos en la cama de mis padres y cuando salí de allí me fui a la cama de mi abuela hasta que fuimos suficientes para hacer una habitación de niñas y una de niños. Ahora los niños tienen que tener su habitación cuando antes no la teníamos. No hace falta ni que la tengan, ni que se vayan. Llega un día en que se van, hay más probabilidades a partir de los 6 o los 7 años y ya en la adolescencia van a pedir un pestillo. No hace falta hacer nada, pero si quieres hacer algo espera a que entienda un poco el lenguaje y le explicas.

¿No podemos pasarnos de sobreprotectores?

—Una cosa es la protección que alerta de los peligros, que es muy buena, y otra que no le dejes hacer cosas que harían el 90 % de los niños de su edad. Aunque hay niños que requieren estar más pendientes que otros.

¿Cómo corregiría a un niño con una mala conducta reiterada?

—Los castigos son una venganza que no solucionan nada y no sirven para que otro día no haga lo mismo. Antes del lenguaje solo se pueden hacer tres cosas: si es una tontería cede, no puedes luchar en todas las batallas; la segunda evitar con prevenciones y por último despístale. Cuando ya tienen lenguaje el 80 % de los problemas se irán con estos pasos: Primero comprensión, dar la razón al niño porque lo que piden siempre es mejor de lo que ofreces. Segundo, educación. Le explicamos por qué pensamos diferente de forma rápida y corta. Y por último que elijan.

¿Hay que poner límites?

—No, la palabra límite es peyorativa. Los padres deben transmitir valores, modelos y unas normas claras de convivencia. No se trata de límites sino de normas. Hablamos de lo mismo pero cambiémosle el nombre.