José Hila , ante una ciudad vacía, afirma que la crisis le ha permitido recuperar un poco sus hijas y «cada tarde salimos al balcón a aplaudir». | Teresa Ayuga

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La pandemia mundial del coronavirus está siendo el momento más duro de José Hila como alcalde de Palma, pero quiere lanzar un «mensaje de esperanza» a los palmesanos: «Vamos a salir de ésta y lo haremos juntos. Palma es una ciudad muy potente, sufriremos, sí, pero saldremos».

¿Cómo está viviendo esta crisis? ¿Los ediles se encuentran bien?

—Lo estoy viviendo con responsabilidad, pero siendo consciente de que vivimos un hecho que va a pasar a la historia por el dramatismo, las consecuencias y por el cambio de vida que va a suponer. En el equipo de gobierno la única que pasó una cuarentena ha sido Sonia Vivas, por un familiar cercano que se contagió.

¿De verdad cree que van a cambiar muchas cosas?

—Siempre cambia algo tras una crisis, pero aún no sabemos qué. Hemos descubierto las nuevas tecnologías, por ejemplo, y mucha gente habrá abierto la mente a que el teletrabajo es otra forma igual de buena de trabajar.

¿Cuál ha sido la decisión más difícil que ha tenido que tomar?

—Las decisiones más difíciles le están tocando al presidente del Gobierno y a mí me está tocando aplicarlas. Pero bueno, cerrarlo todo no ha sido fácil.

Esta crisis alterará los planes y las prioridades, ¿qué proyectos se van a quedar en el camino?

—En el camino se quedarán los proyectos que requieran una inversión más grande, como por ejemplo el del tranvía, que podemos decir que peligra para esta legislatura. No muchos más, porque la práctica totalidad de las grandes obras son financiadas por otras administraciones. Los ayuntamientos tenemos que cumplir la regla de gasto, por lo que en presupuesto propio hay pocas obras de gran calado.

¿Hay riesgo para un proyecto emblemático como la peatonalización de Nuredduna o la política de movilidad, cuyo replanteamiento pide el sector comercial?

—Normalmente para salir de una crisis lo que hace la administración es invertir en obra pública, es de manual, y hacer un eje cívico es una obra que da empleo, que transforma la ciudad a mejor y, por tanto, es una buena inversión. De esta crisis tenemos que salir luchando contra el cambio climático igual que antes, no tiene que servir de excusa para cambiar el objetivo de una movilidad sostenible y por eso nosotros no vamos a modificar nuestro modelo de ciudad. La crisis va a marcar toda la legislatura, pero no podemos abandonar nuestros principios.

Comercio y restauración reclaman más ayudas...

—Al comercio se le destina un millón de euros y eso no ocurre en todos los sectores. En la anterior crisis no se les dio nada. Sobre la demanda de terrazas más amplias, ahora no sé qué decir, en su momento se analizará.

¿Sí puede ser un duro golpe para las galerías de la Plaça Major?

—No peligran porque algo habrá que hacer, pero sí se deberá redimensionar lo que se puede hacer Este tema, como otros, ahora ha quedado en stand by.

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¿Será necesario hacer cambios en el presupuesto de este año?

—Sí. Es pronto para decir qué áreas se verán afectadas, pero está claro que tendremos menos ingresos, algo aún no contabilizado. Va a ser determinante la regla de gasto, si se suspende, como hemos reclamado, aunque bajen los ingresos lo podremos compensar con el superávit de 2019 (en 2018 hubo 20 millones).

El Gobierno no parece muy dispuesto a atender esta demanda

—De momento ha liberado un 20 % del superávit para gasto social, pero es poco. Creo que el Gobierno está calendarizando el abrir la mano y ha empezado por las urgencias sociales.

¿El Ejecutivo central está gestionando bien esta pandemia?

—En mi opinión, el balance es de más aciertos que errores, y eso tiene mucho mérito. Pero claro que también hay fallos. En lo que a mí me afecta, un error importante es que aún no se haya suprimido la regla de gasto.

¿Teme que vuelvan los recortes?

—De la anterior crisis se salió por la derecha, con recortes sobre todo sociales, y se intentó cerrar hospitales, y de ésta se saldrá por la izquierda, que es la que gobierna y está haciendo justo lo contrario. Esta alarma está demostrando lo importante que es tener buenos servicios públicos, es lo que nos está salvando y es una de las principales lecciones que nos va a dejar.

¿Se siente arropado por la oposición del Ajuntament?

—Sí, agradezco el apoyo y talante, veo en ella sentido de Estado.

Sigue habiendo denuncias por falta de medios en policías u otros trabajadores municipales

—Siempre se queja alguien, pero en general considero que se está haciendo razonablemente bien.

¿Se necesita a los agentes de la ORA durante estos días?

—Sí, y nuestros servicios jurídicos lo avalan. Vigilar los carga y descarga, algo que ya hacían antes los agentes de la ORA, no puede ser una prioridad para la Policía Local ahora. Esperamos que Interior nos dé la razón.

¿Aboga por una desescalada diferente en función del territorio?

—En algunos aspectos podría ser adaptada al territorio. Aquí algunas actividades podrían abrirse antes, somos islas para lo bueno y para lo malo. Lo que sí me gusta es que los niños puedan empezar a salir pronto; merecen una recompensa.