Una pareja pasea después de levantarse el confinamiento. | Teresa Ayuga

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Los días de confinamiento han vaciado las calles, bares y centros de trabajo, pero en el interior de algunas casas se ha vivido una auténtica revolución sentimental. Los psicólogos y sexólogos lo advierten: las cuitas del corazón han entretenido casi tanto como una maratón de series de Netflix o HBO. A veces con final feliz, otras muchas, con resultados difíciles. Y hay historias que ahora, por fin, están a punto de arrancar cuando empiece la fase 1.

Si en principio algunos expertos esperaban que las ciberconsultas se llenaran de personas con ansiedad, lo cierto es que los problemas sentimentales han ocupado gran parte de las horas. Parejas que empezaron la cuarentena como algo informal y se han confinado juntos, aquellas que estaban al borde de la separación y ahora están esperando a la ‘normalidad’ para dar el paso definitivo, parejas sin sexo durante la cuarentena, introvertidos que han sido más felices que nunca en este confinamiento, gente que se ha conocido por Tinder y están esperando «los encuentros en la tercera fase» para al fin verse en persona, locales de intercambio que calculan cuándo podrán volver a los encuentros multitudinarios...

Y el 11 de mayo se perfila como la fecha en que personas que se han conocido a través de las redes sociales para tener la primera cita y conocerse en persona. «Las terrazas se van a llenar de parejas que verán si podrán confirmar su historia de amor», dice Susana Ivorra, psicóloga y sexóloga, que durante estos días está pasando consulta de manera on line.

El periodo de confinamiento a puesto a prueba a las parejas, tanto aquellas que estaban pasando por una crisis como las que estaban en buena situación. «El flirteo en las redes sociales probablemente haya crecido. Hay personas que tienen más tendencia a mirar hacia fuera que adentro y la red social es una pantalla al exterior», dice Pilar Fuertes, mediadora familiar y de pareja, que insiste que a través de esta vía antes ya habían surgido muchas parejas.

Tal y como advierte Ivorra, «hay muchos que con la experiencia del encierro han reafirmado su decisión previa de separarse y otros a los que les han entrado dudas y han decidido romper. Si ha supuesto un gran estrés para las parejas que están medianamente bien, para personas que ya tenían cierto distanciamiento personal o discusiones continuas esto les ha supuesto echar gasolina al fuego».

Convivir en espacios pequeños, tantas horas y en estas circunstancias se ha sumado a «la desigualdad en el teletrabajo. Muchas mujeres teletrabajadoras admiten que sí se han compartido las tareas domésticas, pero la teleeducación de los niños ha supuesto una gran fuente de conflictos», dice Ivorra. De hecho, cuenta de casos en los que «solo parece importante el teletrabajo de los hombres y ellas, aunque también trabajaban, se han ocupado de que los niños no hagan ruido para que no moleste a su pareja». El desgaste, pues, está servido.

«La casa no solo es el espacio uterino que protege. También ha sido escenario del ocio, la diversión y de trabajo. Por eso ha habido tanta tensión con la familia y los niños. Las parejas que no han tenido niños han estado mejor. Aunque hay un factor importante: no es lo mismo estar confinado en 80 metros cuadrados que en 200 con jardín y piscina», explica Fuertes.

El estado de alarma ha supuesto toda una revolución sentimental. Entre los casos más curiosos, el de las parejas que nada más conocerse se han topado con el encierro y que han decidido acelerar el proceso para pasarlo juntos. Parece un plan interesante pero «están estresados por el trabajo, la salud, la situación de la familia... Están sometidos a un montón de estresores que no tendrían al inicio de una relación en otra época. Y si convives con ella, le vuelcas toda esa presión». Estas parejas recién estrenadas que se han confinado juntas, por cierto, no han terminado bien.

Tras la cuarentena, muchas decisiones de pareja se van a cristalizar. Y parecen tajantes. «Puede ser que haya más divorcios, ha habido mucha más tensión. Aquellos que han tenido que convivir forzosamente tienen una alta probabilidad de que suba la tensión», explica Fuertes.

Pero además de rupturas, ha habido enamoramientos durante el confinamiento. «Tengo pacientes que me han contado que antes se conocían en Tinder y podían quedar a tomar un café por si había feeling. Una posibilidad que ahora se había impedido por el estado de alarma», revela Ivorra. Ahora, durante estos días de encierro las comunicaciones por teléfono han permitido «que la nueva relación se vaya cociendo a fuego lento. Eso sí, cuando todo vuelva a la normalidad y estas parejas se encuentren, tiene que haber un feeling físico. Ha habido casos de amor ciego y estas relaciones han hecho más ameno el confinamiento».

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Otro clásico de estos días: el regreso del ex. «Con este confinamiento mucha gente ha vuelto a la adolescencia, a recuperar fotos antiguas, a reescuchar música de hace veinte años y retomar el contacto con la familia. Han conectado con su adolescente interior y han vuelto a intentar el contacto con el primer novio o el ex previo al confinamiento». Esta romantización del pasado intenta sortear la incertidumbre del presente. «Idealizamos aquello que fue maravilloso y lo de ahora nos parece el horror. Pero si ya fue ex, sería por algo», explica Ivorra.

Por su parte, el abogado Carlos Roig cita al dicho popular de «cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana». El letrado espera que haya un repunte de divorcios, aunque el alto precio de este trámite y el cambio de vida supondrá un quebranto económico. En su despacho ha habido cambios: peticiones de reformar las condiciones de convenios de divorcio, actualización de pensiones o encuentros con los hijos por Skype. La familia y la pareja se han convertido en el eje central de la vida durante este encierro y el hogar, en escenario de grandes historias de amor. Y también de desamor.

Susana Ivorra, psicóloga y sexóloga

«Estos días las redes sociales son un reflejo de la vida que no se ha tenido en el exterior»

No han paseos por la calle, no hay bares y el trabajo se ha reducido a la mínima expresión. Para Ivorra está claro: «las redes se han convertido en el escaparate. Mucha gente liga en Instagram pero también ha habido flirteo incluso en Linkedin, que es una red profesional». Si bien en un principio se cancelaron las consultas por el encierro, en seguida se volvieron a reactivar, pero no por temas de miedos y de ansiedad, sino por temas relacionados con el amor». El miedo a fastidiar la relación ha estado muy presente, así como un descenso del deseo sexual. «Cuando vuelvan a sus rutinas, volverá el deseo. Las sexólogas recomendamos mucha tranquililidad, no forzarse y recordar que esto es solo una situación temporal».

Pilar Fuertes, mediadora familiar

«Una cosa es que la pareja esté más tensa y otra, que quiera y luego pueda divorciarse»

Como servicio esencial, esta psicóloga y mediadora familiar ha trabajado de manera on line y es ahora cuando ha abierto la consulta presencial. «El sexo es un canal que indica el bienestar y la salud emocional de las parejas. Si es buena, probablemente con el encierro haya mas encuentros sexuales. Pero en parejas en crisis dudo que haya aumentado», dice Fuertes. Advierte, eso sí, que «el amor es algo que viene con el tiempo, tras la convivencia de años» y se muestra escéptica ante los romances repentinos, sobre todo en redes sociales. El desamor se ha recrudecido en aquellas parejas de convivencia ya de por si difícil o que ya tenían los ojos puestos en otro lado.

Carlos Roig, abrogado matrimonialista

«Se esperan más divorcios por la difícil convivencia y la caída de ingresos»

Su despacho está recibiendo más consultas. El abogado Carlos Roig no cree que «el coronavirus fomente los divorcios» pero sí sus consecuencias: la pérdida de trabajo y la convivencia resienten las parejas. Las que vivían juntos pero también las que se estaban separando en este momento. «Están pidiendo actualizar pensiones por personas que se han quedado sin trabajo o han reducido sus ingresos. Y los que habían firmado convenios y no se habían ratificado por el coronavirus, no presentan ahora la demanda para poder cambiar las cláusulas». Eso sí, muchas parejas, repletas de sentido común, se han arreglado entre ellos para cuidar de los hijos.