Gabriel Josep Fuster i Pomar. Ese comerciante y banquero nacido en Palma en 1767 y fallecido en la misma ciudad en 1845 fue quien vendió a la poderosa familia Rothschildlas Claus del Regne de Mallorca, la joya con la cual los agermanats pretendieron simbolizar su rendición y ganarse el perdón –cuando menos suavizar el castigo– de Carlos V.
Una de las escasas sombras del artículo que Eulàlia Duran publicó en Serra d'Or en 1983, y que contiene prácticamente todos los conocimientos historiográficos sobre las Claus, era cómo éstas pudieron pasar a manos de los Rothschild. Duran cita textos de los historiadores del siglo XIX Joaquim M. Bover, Josep M. Quadrado y Eusebi Pascual, pero no desentraña cómo cambiaron de propietario. Está probado que el virrey Miguel de Gurrea evitó entregárselas a Carlos V después de la Germania, ¿pero cómo se hicieron los Rothschild con ellas?
El jurista, historiador y colaborador de este periódico Román Piña Homs pone luz a este misterio. «Se las vendió mi tatarabuelo, Gabriel Josep Fuster i Pomar». He aquí su testimonio: «Conozco lo ocurrido por tradición familiar. Cuando era pequeño, mi tía Lluïsa ya me contaba una historia con estas llaves, pero insisto, era pequeño y siempre creí que se trataba de una fabulación. En 1969, cuando trabajaba como jefe del departamento de Cultura de Cort, el alcalde Màxim Alomar me había enviado una carta explicando que el embajador de España en Francia había visto las llaves en una exposición en París y me requirió para que intentáramos recuperarlas. No lo logramos, pero tuve conocimiento de las llaves por primera vez fuera de mi familia. Luego, en 1983, leí el artículo Eulàlia Duran en Serra d'Or y até cabos con el relato que me explicaba mi tía Lluïsa. No era una fabulación».
Según Piña Homs, su tatarabuelo vendió las Claus a dos agentes de la familia Rothschild que no se identificaron como tales, sino que acudieron «vestidos de monje». «Deduzco que trataron de engañarle, que querían comprárselas por un precio menor». Esto fue en la década de 1820, pocos lustros después de que finalizara la Guerra de la Independencia, «en un escenario en el que los efectos de la guerra todavía persistían, había hambre y era un momento de cambios sociales y económicos».
Piña Homs –que sostiene que las llaves están en Jerusalén, en Casa Rothschild– ignora cómo las Claus llegaron a manos de su tatarabuelo. «Creo que debió adquirirlas a los descendientes de Miguel de Gurrea». Gurrea era el lugarteniente de Carlos V cuando estalló la Germania.
Gabriel J. Fuster i Pomar fue comerciante y banquero. Impulsó los negocios familiares y reunió una gran fortuna que invirtió en activos comerciales y la concesión de préstamos, indica la Gran Enciclopèdia de Mallorca. Hizo construir Can Fuster, cuyas fachadas dan a las calles Palau Reial y Victòria de Palma.
Del expolio y trapicheo de piezas y objetos solo hay que ver las salas vacias del Palacio de la Almudaina. O esos museos que solo hay cuatro piedras y cuatro hierros oxidados.
19 comentarios
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Del expolio y trapicheo de piezas y objetos solo hay que ver las salas vacias del Palacio de la Almudaina. O esos museos que solo hay cuatro piedras y cuatro hierros oxidados.
Con esos apellidos, vendetia hasta a su madre
En aquellos tiempos, las cosas eran más sencillas. No había financieros sino prestamistas.
Descendiente de mallorquines,dudo que te haya cambiado tu mentalidad.
Nada nuevo en esta isla, hace dos siglos se vendía el patrimonio a intereses extranjeros, como a día de hoy vamos...
A "Zasca", no solamente "la antigua", también la "actual" piensa y obra igual.
Se solía decir reino de las Mallorcas y no Reino de Mallorca, por ejemplo en el títutlo "Rex Majoricarum".
La antigua y la actual.
Como no, banquero... lo primero la pela!!! antes que los principios y el patrimonio.
si es van vendre i van cobrar no entenc que reclamen seran de el comprador pens jo