Tiendas vacías, negocios cerrados, calles sin apenas gente, y carteles de liquidación y ‘se traspasa’ copan las vías comerciales de Palma. | Jaume Morey

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Tiendas y calles comerciales sin apenas gente; barreras bajadas de forma permanente; locales recién vaciados y sin nuevos inquilinos; carteles de ‘se traspasa', cerrado hasta nuevo aviso y liquidación, se han convertido en la nueva estampa de Palma y de las principales vías comerciales de las Islas. Son las consecuencias de la COVID-19, que ha vaciado de clientes al comercio y lo ha dejado al borde del precipicio. Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) ponen de manifiesto esta realidad.

Baleares encadena cinco meses liderando la caída de ventas respecto a un año antes en el conjunto de España. En lo que va de año el descenso ya es del 17 % respecto a los primeros ocho meses de 2019. Como se aprecia en el gráfico que aparece en esta información, durante el estado de alarma y el confinamiento, la caída de ventas registrada en las Islas, pese a ser más intensa que la del conjunto del Estado, la diferencia era menor que en los meses posteriores. En agosto, el descenso en Baleares cuadruplicó la media estatal. Se trata de unas cifras sin precedentes para el comercio, que superan con creces las registradas durante la crisis de 2008. Hasta el momento, el peor dato fue el de febrero de 2019, con un retroceso de ventas del 14 %.

Hay que tener en cuenta que las cifras del INE incluyen todas las ventas del comercio minoristas, que va desde supermercados, grandes superficies, establecimientos de alimentación, hasta pequeños establecimientos. Estas estadísticas oficiales no diferencian por subsectores a nivel autonómico, por lo que el desplome para el comercio de proximidad es mucho mayor, según señalan las patronales Pimeco y Afedeco. Lo cifran entorno al 50 %.

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Uno de los principales motivos del peor comportamiento del sector en Baleares, que junto con Canarias anota los datos más negativos del Estado, es la ausencia de turismo. Las Islas han recibido alrededor de un 80 % menos de visitantes en julio y agosto que un año antes. Las llegadas fueron nulas desde mediados de marzo hasta finales de junio, uno de los mejores períodos para el comercio. Desde marzo tampoco ha llegado ningún crucerista, que supone otra fuente de ingresos para algunos establecimientos.

Por otra parte, el consumo interno se ha retraído de forma sustancial. Más de 150.000 trabajadores de Baleares se vieron afectados por expedientes de regulación de empleo (ERTE) en mayo y el paro se duplicó durante el verano. «Los residentes solo compran lo necesario» se ha convertido en una de las frases más repetidas por parte de los comerciantes. A la que sigue: «Tampoco hay mucho que comprar. No hay eventos, ni celebraciones, ni fiestas. La gente va de casa al trabajo». Esta crisis ha llegado en un momento especialmente delicado para el comercio de proximidad. Antes de que estallara la pandemia desde Afedeco y Pimeco ya alertaban de las dificultades que atravesaban. Son muy críticos con la política comercial y de movilidad del Ajuntament de Palma, que aseguran que contribuye a vaciar de gente el centro de la ciudad.

Internet

Sin embargo, hay otra tendencia que se ha convertido en su peor enemigo: el comercio online, que se ha consolidado aún más durante la pandemia. En Baleares, la población que compra online se ha multiplicado por 114 en la última década. Más de la mitad de la población balear adquirió algún producto por internet en 2019, último dato del INE.