Con este objetivo, Francisco Perales, catedrático del Departament de Ciències Matemàtiques i Informàtica y director de Ugivia, se reunió el pasado miércoles con Carme Muñoz, Juan Carlos Llorente, José Manuel Portalo y Víctor Llorente, de Esment, para explorar las posibilidades de la robótica en la atención social.
Según los responsables de Esment, «vamos a estudiar si la vía de la robótica puede ser provechosa en nuestro trabajo tanto en atenciones individuales como colectivas. No se trata, ni mucho menos, de sustituir a los profesionales, pero un robot puede prestar múltiples servicios: aportar información, recordar labores, recordar horarios de medicación, reconocimiento facial y de emociones, guía de ejercicios físicos, teleasistencia, ofrecer juegos o contactar con familiares, cuidadores o servicios de emergencias, por poner unos ejemplos».
Tanto Perales como los responsables de Esment coinciden en destacar que «los robots, ya de entrada, resultan un elemento llamativo y, por tanto, pueden servir de motivación y estímulo para una persona que necesita atención social y se muestra más reacia o reticente. Desde este punto de vista, el robot ya es una herramienta dinamizadora, especialmente para niños y personas mayores».
Supervisión
Poniendo un ejemplo concreto, Perales explica que «un robot puede supervisar los ejercicios físicos de una persona y decirle si los ha ejecutado correctamente o no. Asimismo, los puede grabar, registrar y almacenar, lo que sirve de información continuada tanto para el propio usuario como para el profesional o cuidador».
Toda esta iniciativa forma parte del convenio de colaboración entre la UIB y Esment, que incluye el desarrollo de proyectos de investigación e innovación. Carme Muñoz subraya que «los robots pueden contribuir a que una persona con un deterioro cognitivo se mantenga activa y servir de apoyo a los profesionales». El director de Ugivia indica que «nos encontramos en una fase de proyecto piloto, pero todo esto puede desembocar en un aprovechamiento práctico de los robots para atender necesidades sociales e incluso en la creación de un título propio de la UIB de Robótica Social».
El catedrático comenta que «nuestro trabajo con robots debe servir para soluciones inclusivas. Se trata de que la tecnología no sea excluyente, sino que se adapte al usuario y no al revés. Hasta ahora, la tecnología y la robótica sólo tenían un interés productivo e industrial, pero pueden prestar una gran ayuda en el ámbito de los servicios sociales, teniendo en cuenta que las sociedades occidentales tienen cada vez más personas mayores solas en casa o con limitaciones de movilidad. La realidad es que contamos con una opción más».
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