El director del Institut per a la Convivència i l'Èxit Escolar (Convivèxit, dependiente de la Conselleria d'Educació i FP), Jaume Font, explica que «en el marco de los programas preventivos que aplican los centros para la mejora de la convivencia, en el pasado curso se registraron incrementos importantes en iniciativas como la de prácticas restaurativas, es decir, acogidas emocionales en grupo, que lo hizo en un 13,5 %».
Jaume Font señala que «los centros están dando mucha importancia a estos programas ante una COVID-19 que en el pasado curso nos llevó al confinamiento inicial y a la semipresencialidad posterior. No poder salir de casa, no ver a los compañeros, no ver a familiares fuera del núcleo de convivencia o las informaciones de los medios de comunicación sobre enfermos y fallecidos pueden llevar a situaciones traumáticas. De ahí la importancia que dieron los centros a estos programas socioemocionales. Las emociones deben tenerse en cuenta para un mejor aprendizaje». El crecimiento de los programas para prevenir la convivencia siguió este orden: prácticas restaurativas, educación social y emocional, acogida, mediación, metodologías avanzadas, tutorías entre iguales, cibermentores, fomento de la cohesión de grupos y buen uso de las tecnologías e internet.
El director de Convivèxit destaca que «una mejor convivencia se refleja en un mayor aprendizaje y en una reducción de los casos de absentismo, abandono, conflictos y situaciones de acoso. Todo ello se establece entre profesores y alumnos, alumnos entre sí, docentes entre sí y en la relación con las familias. La pandemia también ha servido para que los necesarios contactos entre los centros y las familias hayan crecido considerablemente».
En este sentido, Jaume Font indica que «en el pasado curso, pese a la pandemia, la valoración de la convivencia buena o muy buena aumentó respecto al curso anterior, destacando la valoración buena o muy buena de la relación con las familias y de las relaciones entre el alumnado. El ámbito donde se considera menos buena la convivencia es en la relación del profesorado con el alumnado».
Respecto a esta cuestión, Font comenta que las conclusiones apuntan a que «es necesario un asesoramiento y acompañamiento al personal docente en la gestión de aquellas relaciones que pueden suponer una mayor complejidad. También es necesario fortalecer a los profesores con el aprendizaje de habilidades relacionales y comunicativas que potencien el ejercicio de la función docente de calidad».
Al principio del presente año académico, tras un curso totalmente atípico, se concedió igualmente una especial importancia a la acogida emocional del alumno, resultando fundamentales las metodologías aprendidas.
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Está bien lo emocional, pero sin olvidar lo racional.