Cola de pacientes en la entrada del centro de salud de s’Escorxador.

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Entre el 65 y el 70 % de las consultas telefónicas a los centros de salud se convierten en presenciales aunque a día de hoy, tras un año de pandemia, sigue siendo necesario llamar en cualquier caso como medida de protección «tanto para los pacientes como para los profesionales», explica el director del IB-Salut, Juli Fuster.

La atención telefónica llegó para quedarse y será parte del futuro de la Atención Primaria. Ahora bien, la intención es que abandone el papel de filtro y se convierta en una herramienta para resolver problemas de forma ágil. «Creemos que en pocos meses, cuando todo acabe, nos daremos cuenta de sus ventajas».

Con el inicio de la pandemia este sistema la atención telefónica se colapsó, por lo que el IB-Salut realizó una gran compra de móviles para abastecer a los centros. A largo plazo, la intención es abrir una centralita única que enlazará la IP de los ordenadores de los profesionales con los equipos de telefonía para facilitar el trabajo y se modernizará el sistema.

A día de hoy, la atención telefónica varía según el centro de salud, por ejemplo en Santa Catalina se llega a atender al 80 % de los pacientes como ha podido saber Ultima Hora, lo cual va en detrimento de la calidad asistencial, a pesar del esfuerzo de los profesionales. «Una cosa es la consulta por teléfono y otra la teleasistencia, el rendimiento no es el mismo», asegura el doctor Fernando García Romanos. «En la actualidad sigue primando la consulta con llamadas y me consta que la gerencia está preocupada porque se siguen haciendo pocas visitas presenciales», añade. Además, no ver a pacientes puede inducir a más errores de diagnóstico. «Hay dificultades de comunicación evidentes, y también dificulta la interpretación de los síntomas. Además es imposible no valorar el lenguaje no verbal, que es muy importante. Los usuarios están tremendamente enfadados», advierte García Romanos.

El doctor José Manuel Valverde, que trabaja en Marratxí, asegura que en su centro se han recuperado más las consultas presenciales. «La llamada ha servido para que sea la enfermera o el médico quien decida si el paciente tiene que venir, no él mismo. Todo lo que se pueda resolver porque son cosas menores no exige que el paciente esté delante», explica.

Sin embargo esta teoría se ha traducido en una mayor presión en los servicios de Urgencias, ya que muchos enfermos optan por esta modalidad para que se les vea en persona.

Lo cierto es que el gran cambio previsto para Atención Primaria se ha quedado en stand by pero ya hay roles que se han modificado con la llegada de la COVID. Por ejemplo ahora los profesionales de admisión tienen más responsabilidad que nunca.