Imagen de una terapeuta con un paciente. | Archivo

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La muerte es una experiencia que deja un gran vacío. Pasan los años y todavía aparece ese extraño sentimiento de añoranza. En 2019, la artista conceptual Yoko Ono compartió esta reflexión en redes sociales para recordar a John Lennon cuando se cumplían 39 años de su asesinato.

Ese vacío irreparable e inesperado comienza, muchas veces, con la llegada de un profesional del Grupo de Intervenciones Psicológicas de Emergencias y Catástrofes (GIPEC). Es la figura que toca a las puertas de los hogares para comunicar una mala noticia tan difícil de asimilar para el receptor como complicada para estos mensajeros.

¿Y qué llama la atención de este trabajo?

«Cuando ves la respuesta y el agradecimiento de la familia por lo que has hecho, es muy gratificante. El ver que has podido ayudar tras la mala noticia, afrontar con ellos la situación y acompañarles. Es un trabajo muy agradecido pero también muy duro». Con estas palabras, Javier Torres, uno de los coordinadores del GIPEC, y decano del Colegio de Psicólogos de Balears, corrobora su vocación.

Baleares fue la primera comunidad autónoma en crear este grupo de Intervención Psicológica. Actualmente, hay 42 psicólogos detrás de la comunicación de emergencias y catástrofes repartidos en Mallorca, Menorca, Eivissa y Formentera con al menos un coordinador en cada Isla (a excepción de Mallorca que tiene a Javier Torres y a Antònia Ramis). El GIPEC nació hace veinte años gracias a un convenio de colaboración con la Dirección General de Emergencias y el 112. Están de guardia las 24 horas del día, los 365 días del año.

Intervenciones

La intervención del equipo se conoce como «puntual». Esto quiere decir, según explica Javier Torres, que actúan únicamente una vez. «Esta intervención puede durar lo que sea hasta que ver que la situación, de alguna manera, se ha ido reconduciendo y que la persona a la que se le comunica la mala noticia tiene apoyo a su alrededor».

El 112 es el que movilizará la participación del GIPEC. Los psicólogos trabajan con dos tipos de emergencias: ordinarias y extraordinarias. Entendemos la primera intervención como «llamadas por ideación suicida, por violencia de género, agresión sexual o comunicar el fallecimiento por accidente de tráfico», entre otros. Por otra parte, Javier Torres detalla que «en una emergencias extraordinarias se activaría a todo el equipo, como pasó en las inundaciones de Sant Llorenç». La ideación suicida, los consumados y la comunicación de malas noticias por tráfico son las intervenciones más frecuentes.

«Una mala notica es aquella noticia negativa, drástica, que va a alterar la perspectiva del afectado». Patricia García forma parte del Grupo en Mallorca desde 2001, además de ser enfermera. Reconoce que lo más importante en estos caso es «no dar falsas esperanzas y nunca mentir.

Para entender las técnicas y el lenguaje en el proceso de verbalizar un suceso, Patricia Moreno determina que no sufrir interrupciones, utilizar un vocabulario sencillo, buscar un entorno adecuado y preparar bien la información recabada son algunas de las claves para comunicar una mala noticia. «Luego atendemos a las reacciones, a sus necesidades. Y mostrar empatía y honestidad. No intentamos quitar ese dolor, pero sí comunicar la noticia de la mejor forma posible para que el impacto sea menor».

Formación

«No todo el mundo está preparado. Es un trabajo muy sacrificado que requiere experiencia previa». Javier Torres sostiene que la comunicación, la estrategia, el saber estar, la empatía y la detección de los signos son algunas de las habilidades que priman a la hora de formar parte de este equipo psicológico. Los expertos se forman continuamente. Incluso cuentan con respaldo psicológico por parte de los propios coordinadores. «A pesar de que un compañero necesita compartir alguna experiencia, nosotros nos enfocamos en las denominadas lecciones aprendidas, esto es, aprender de nuestros errores». Patricia García ratifica este argumento, y añade que «a veces no solo son importantes las habilidades sociales o de respuesta rápida, sino la capacidad de entender que podemos fallar».

La intervención no acaba tras esta atención psicológica. El Grupo «no deja sin recursos a nadie», confiesan. Las familias afectadas son derivadas, en la mayoría de veces, a las terapias postemergencia del Servei de Salut, intervenciones ante situaciones tan difíciles de afrontar como la muerte de un ser querido.