«Cada vez que camino noto pesadez en las piernas, y estoy cansada todo el día, aunque esa sensación ya empieza a remitir. Por eso me voy poniendo pequeñas metas diarias, como ir andando a la Seu desde casa, que era una rutina que hacía habitualmente. He llegado tres veces, pero la vuelta ha sido durita porque no me daba la respiración», confiesa María Carrera, psicóloga clínica en Son Espases, de baja laboral desde hace casi siete meses, y paciente con COVID persistente.
«He pasado de coordinar el programa de atención de los trastornos de la conducta alimentaria en el hospital de Son Espases a dedicarme a escribir un diario en el que anoto mis altos y mis bajos, mis mejoras y mis retrocesos. Me anima a seguir adelante. Volver a ser la de antes… eso lo veo todavía muy lejos».
Hace seis meses, el pasado 9 de diciembre, dio positivo en coronavirus, pero su caso se puede considerar leve: malestar general y poco más. No necesitó de ingreso hospitalario y María se sentía esperanzada. Doce días después estaba en urgencias con un broncoespasmo, cuando la llamaron para confirmarle que había dado negativo en la prueba diagnóstica de coronavirus. Los problemas acababan de comenzar.
«Tengo dificultades respiratorias y la sensación constante de tener la nariz taponada, pero sin mucosidad. Las soluciones alcohólicas para las manos me resultan insoportables y hay ciertos productos de limpieza que ya no puedo utilizar. Los sitios con mucha humedad, por ejemplo, me afectan, y unos simples tulipanes me puedan causar una crisis respiratoria. Varias noches malas me permitieron descubrir por qué me ponía malísima cuando me sentaba en un lado del sofá, junto a mis orquídeas. Luego descubrí que no eran las plantas, sino el sustrato regado de estas flores el que me impedía respirar bien. Vas actuando casi como un Sherlock Holmes casero para entender todo lo que te ocurre», apunta esta paciente, a la que ya le han hecho pruebas de alergia y asma, aunque nunca ha sido alérgica, pero el resultado ha sido negativo en ambas. «De la noche a la mañana me he vuelto sensible a los olores fuertes».
María ha tenido que cambiar muchos hábitos de su vida, pero sobre todo de su carácter. Nunca ha sido de quejarse, pero ahora no deja de hacerlo. Siempre ha sido una mujer muy independiente, y se ha visto obligada a pedir ayuda más veces de las que le gustaría: «Mi hija me ha llevado en coche durante una temporada, porque me daba miedo conducir; una amiga me traía caldo; una vecina me traía comidas en tuppers… con situaciones así, uno se da cuenta de la gente que hay alrededor», dice esperanzada.
A la espera de estar lo suficientemente bien para viajar a Barcelona a visitar a su madre, de 93 años, y a la que lleve 8 meses sin ver, su asignatura pendiente, María Carrera está empeñada en lanzar un mensaje optimista: «Clarificar que padeces COVID persistente es el primer paso. Luego tienes que tratar de no decaer, y mira que hay motivos para hacerlo. LaCOVID-19 es un virus tramposo. Cuando crees que estás bien, empeoras. Pero cuando llegan los bajones anímicos, tienes que echar la mirada atrás y ver cómo vas mejorando poco a poco. No hay mejor receta», finaliza.
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Ánimo Maria,es una carrera de esfuerzo,yo pienso que cada día es un día menos de esté cansancio "crónico".