Es la primera vez que Sonia Terentyeva, la mujer que ayudó a salir a los dos jóvenes estudiantes del Hotel COVID, habla para un medio de comunicación. La activista es una de las principales caras visibles del grupo Baleares Acción, colectivo que defiende teorías alternativas a la versión de las instituciones públicas en cuanto a los efectos y medidas sociales relativas a la pandemia de la COVID-19. Costurera de profesión, actualmente no se dedica a este oficio, sino que se ocupa del cuidado de sus hijos y, de vez en cuando, trabaja «en lo que es accesible en ese momento».
¿Cómo conoció a los jóvenes que ayudó a salir del hotel?
— No les conocía de nada hasta que salimos del hotel. Cuando conocimos la noticia de su retención por el Govern, los activistas nos dirigimos al hotel para darles nuestro apoyo. Entendimos que desde ese momento su situación allí no era legal y que los estudiantes no deberían estar retenidos por un supuesto COVID, cuando estos chicos habían venido con sus pruebas negativas. Nos pusimos en contacto con varios abogados y con los organizadores del viaje y tuvimos una conversación en la que finalmente aclaramos los detalles del traslado de estos jóvenes.
¿Ha habido irregularidades en la captación y traslado de los jóvenes?
— Lo que se ha descubierto es que los jóvenes fueron trasladados por las ambulancias y la Guardia Civil antes de que existiera una resolución oficial en vigor y, desde ese momento, se puede entender que es una ilegalidad cometida hacia ellos. Los chicos fueron trasladados en la ambulancia bajo coacciones. También intervino la Guardia Civil a altas horas de la madrugada, lo que fue violento para ellos. Todo eso, sin ninguna explicación previa.
— Nosotros mantuvimos una comunicación con ellos por teléfono, averiguamos cuál era su situación y, después de consultar con los abogados, decidimos que podían abandonar el hotel porque no había ningún impedimento legal. Estos chicos intentaron salir a las tres de la tarde. Tenemos grabaciones que demuestran cómo fueron retenidos por los guardias de seguridad. En ese momento, los trabajadores del hotel decían que no les podía retener, y les hicieron esperar a la policía. El acto en sí supone una retención ilegal.
¿Hay gente que les llama negacionistas? ¿Por qué, lo son?
— Si catalogamos a las personas, cerramos cualquier opción de entender las opiniones. En el caso de la COVID, tenemos unos tabúes y, cuando se pretende tocar este tema, a la gente que es crítica con la información que viene de los medios oficiales se les tacha directamente de negacionistas. De esta forma se prohíbe cualquier forma de debate. Debido a que tenemos pluralidad de opinión y las opiniones deben ser respetadas, vemos que este etiquetaje cumple la función de callar y de cerrar cualquier tipo de debate. No lo vemos normal, y no nos consideramos negacionistas.
¿El concierto de reguetón en la plaza de toros fue buena idea?
— No veo ningún problema en las reuniones familiares ni en conciertos ni actos públicos multitudinarios porque, según tenemos entendido por los informes alternativos, el contagio de COVID no se produce por vía aérea. Limitar aforos y limitar contacto social no tiene sentido.
¿Cuantas multas acumula por su activismo?
— Las multas no son por llevar a cabo mi activismo, sino por no usar la mascarilla en sitios en los que su uso es obligatorio. Me han puesto alrededor de 30 multas. Cuando la Policía te requiere el uso de la mascarilla y tú te niegas, esto se interpreta jurídicamente como una desobediencia. Ellos lo entienden como desobediencia y la cantidad de la multa asciende a 2.000 euros. Estamos recurriendo estas sanciones porque no tienen fundamento. Por ayudar a salir a los chicos que estaban en el hotel COVID no fui detenida ni sancionada.