Jaume Munar Arrom. | Teresa Ayuga

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Reacio, en principio, a ‘destripar’ una de las aportaciones más atractivas de su futuro libro –que toma como fuente una memoria de fin de máster de la UIB que tuvo como tutor a    Sebastià Serra–, Jaume Munar Arrom (Palma, 1965) que además de licenciado en Historia es responsable de Divulgación y Patrimonio del Parlament, conversa con este diario sobre la relación del financiero Joan March Ordinas (1880-1962) y el Círculo Mallorquín, de cuya constitución se cumple este miércoles 170 años. La actual junta directiva se reúne estar tarde en el Parlament, la sede del Círculo hasta 1982, para conmemorar la efemérides y acordar la edición del libro.

Si Joan March no fue vetado, ¿fue socio?, ¿hay pruebas?

—Sí, fue socio del Círculo Mallorquín, como lo fueron sus hijos Juan y Bartolomé. Él se incorporó como socio en julio 1916 y, dos años después, fue el que    más dinero aportó para hacer frente a una emisión de bonos de cara a una reforma del edificio. Se emitieron 500 acciones hipotecarias a 500 pesetas cada una y March se hizo con 500 acciones que representaban 25.000 pesetas. Joan March Ordinas fue socio como lo fueron sus hijos, admitidos en 1936. De hecho, el mayor, Juan, conoció a la que luego sería su esposa, Carmen Delgado, en una fiesta de disfraces con baile de las que se organizaban en el Círculo.

¿No hubo una bola negra en todas las votaciones?

—Es que es otra de las leyendas del Círculo, que las admisiones se decidían con bolas blancas o negras y que siempre aparecía alguna bola negra. Alguna vez se votaba alguna admisión por ese sistema, pero esa no era la manera habitual.

¿Y cuál era?

—Para aceptar un socio, se anotaba su nombre en una pizarra y, debajo, el del socio que lo proponía. Se dejaba durante unos días, los socios votaban y se decidía.    En general, desde el momento en que se anotaba el nombre y se hacía público, era que iba a ser aceptado. March fue admitido sin bolas. Sólo dos o tres personas fueron rechazadas.

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¿De dónde viene la leyenda de que fue rechazado y que, por despecho, se hizo construir el ‘palacio’ que hoy acoge a la fundación, museo y biblioteca?

—No lo sé. Es una leyenda construida después. Quizá, pero es mi opinión, nació del propio Círculo, pues así crecía su importancia y capacidad de influencia. El Círculo no era sólo un casino, era el lugar de más influencia de Mallorca. Y, sinceramente, ¡cómo iban a despreciar en Mallorca a la tercera fortuna del mundo y al hombre de más influencia! La construcción del Palau March, pared con pared con el Círculo, es posterior. March compró los terrenos antes de la Guerra Civil (1936-1939) pero su construcción es posterior. Lo que hoy es la Fundació March formaba parte de terrenos del Círculo Mallorquín, como toda la    manzana que ocupó el antiguo convento de Santo Domingo, lo que va desde Can Salas hasta la Almudaina. Fue en 1935 cuando el Círculo vende. Había parte edificada que Joan March    compró en 1926.

Un lector de este diario comentó el sábado, cuando se informó de su tesis, que de ser cierta, March hubiera presidido el Círculo.

—Posiblemente si se lo hubiera propuesto. Pero es que tampoco la ostentación iba con él. El Círculo Mallorquín podía ser como cualquier club de provincias y cuando March sale de Santa Margalida tenía otras aspiraciones. Lo importante del Círculo era que era el lugar de más influencia y, naturalmente, tenía que estar ahí.

Hay libros y testimonios que dan por bueno que fue rechazado, escribía alguien en la versión digital abierta a comentarios

—No he visto ningún texto donde March diga eso, y sí las actas del Círculo. Es cierto que hay libros que recogen esa teoría, la del arrebato y el despecho, pero simplemente la recogen. Ya digo, la historia del Círculo está cargada de leyendas, como que toco la lotería y eso sirvió para construir la parte superior del Parlament. Tampoco es cierto del todo.

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«La historia del Círculo es, también, la del Parlament»

Este miércoles se cumplen 170 años de la constitución del Círculo Mallorquín. La junta directiva se reunirá en la sede del Parlament. Jaume Munar insiste mucho en que «la historia del Círculo es, también, la del Parlament». Fue una gestión del primer presidente de la Cámara, Antonio Cirerol (no de Gabriel Cañellas) ante sa Nostra, que tenía una hipoteca y una opción de compra sobre el edificio (y hasta un proyecto para construir su fundación cultural) la que permitió la adquisicón. El mobiliario se repartió entre el Parlament y el Círculo. El actual salón de plenos fue el salón de baile.