Posando en un cartel del poblado Msito Wa Tembo.

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África ha sembrado una semilla en el corazón del médico forense Borja Moreno y la raíz crece con mucha intensidad desde que puso un pie en Moshi, ciudad de Tanzania emplazada en las faldas del monte Kilimanjaro, el pasado mes de julio como voluntario.

Este eldense, de 37 años, afincado en Mallorca desde hace un tiempo, llevaba meditando esta oportunidad. No ha sido hasta ahora que la ONG Tatu Project llegó a él de una forma inesperada.

Borja es uno de los siete voluntarios internacionales que actualmente trabajan en esta ONG en la comunidad rural de Msitu wa Tembo, una pequeña aldea de la región de Moshi. En su caso, se encarga de proyectos sobre empoderamiento de la mujer y otros sobre salud.

Borja Moreno: «En Tanzania no hay pobres, sino personas sin oportunidades»
Charla en el hospital TPC de Moshi sobre protocolos en caso de agresión sexual. A la derecha, Borja Moreno.

«La gente de aquí me ha enseñado que no hay pobres, sino personas con falta de oportunidades. Los pobres somos nosotros con las hipotecas que tenemos que pagar», reflexiona al otro lado del teléfono.

Primera vez

Borja Moreno veía que los años pasaban y no se decidía a emprender un voluntariado. «Ha pasado mucho tiempo desde que acabé la carrera de Medicina y veía que este momento no llegaba. Me he vuelto una persona a la que que le gusta ayudar a que el resto pueda tener oportunidades. Por eso vi que el voluntariado o la cooperación internacional era la mejor forma de ayudar», dice.

Borja Moreno: «En Tanzania no hay pobres, sino personas sin oportunidades»
Moreno, con Namyaki, la mánager del programa de compresas reutilizables.

Así fue cómo «África me eligió». Hizo una entrevista con Tatu Project, una entidad que nació en Mallorca hace unos nueve años y ya cuenta con cabida internacional. Borja explica que lo primero que vio de Tanzania fue la cima del Kilimanjaro desde el avión, algo que le impresionó. No le resultó complicado adaptarse «en cuerpo y alma» al país: «La gente se volcó enseguida conmigo».

Sin embargo, una de las mayores dificultades es tener que respetar ciertas interpretaciones de la cultura masái: «Una de las imágenes que más me impacta es cada vez que veo a un maestro pegar con una vara al alumno. Cuesta mucho no actuar, pero lo tienes que hacer».

Borja Moreno: «En Tanzania no hay pobres, sino personas sin oportunidades»
Impartiendo una charla sobre el abuso infantil y la violencia de género en una escuela.

A pesar de todo, dice que esta población tiene muchas cosas que ofrecer al resto del mundo: «Aquí son muy felices, su cultura está muy unida a la naturaleza y todos están muy concienciados con el reciclaje».

Actualmente en los programas de empoderamiento participan 80 mujeres de misma aldea. Cada voluntario extranjero cuenta con otro local para traducir el inglés a los diferentes idiomas que se hablan. A falta de que Borja regrese a España en dos meses, «los masáis me han inculcado el sentido de fraternidad. Aquí, si te pasa algo, tendrás una mano amiga».