El investigador, con una acuarela de Dalt Vila. Ibiza está muy presente en este trabajo a medio camino entre la historia y la ciencia política, dado el vínculo familiar de Carranza con Sant Llorenç de Balàfia. | Pilar Pellicer

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Miguel Carranza (Oaxaca, México, 1985) es politólogo especializado en análisis y comunicación política por la Universidad Complutense de Madrid y profesor tutor en la UNED. Recientemente ha culminado su doctorado en Historia en la Universitat de les Illes Balears (UIB) con distinción cum laude. Ha centrado su investigación en la insularidad y cree que la cultura política, como elemento clave para hablar de democracia, viene fuertemente determinada por la identidad. Por ello, y porque una democracia fuerte necesita de identidad colectiva arraigada, surge la idea de esta investigación desde el interés por aportar algo a la sociedad insular.

—Estamos acostumbrados a mirar la insularidad desde un punto de vista económico, por ejemplo, con la recurrente batalla política alrededor del Régimen Especial de Baleares (REB). ¿Qué otras connotaciones estudia en su análisis?

La batalla del REB va mucho más allá de lo económico, como en el caso de Canarias, lo económico es el desenlace, el fruto de un tejido social previo. Evidentemente el punto de vista económico es muy importante, pero se dan otras variables o connotaciones para explicar, no sólo la insularidad, sino la identidad insular propia de las Illes Balears. Por ejemplo el sistema familiar como variable antropológica, esta a su vez influye en la variable identitaria y en la cultura política propia isleña, los análisis en el tiempo de carácter diacrónico, también ayudan a entender la particularidad del modo de expresar la insularidad en nuestro archipiélago.

—A la vista de su investigación diría que la cuestión identitaria, ya sea balear, mallorquina o ibicenca, ¿suma o divide?

La identidad balear como tal es inexistente hoy por hoy, gracias sobre todo a la fuerte identidad insular característica de las Illes Balears. Dicho esto, la cuestión identitaria no puede dividir nunca, de hecho un autor empleado en la tesis, Charles Taylor, en la obra Fuentes del Yo, dice: «Un Estado democrático moderno exige un pueblo que tenga una fuerte identidad colectiva. La democracia nos fuerza a ser mucho más solidarios y comprometidos unos con otros en nuestro proyecto político común de lo que nos exigían las sociedades jerárquicas de antaño». Por ello es tan importante tomar en consideración la identidad. Teniendo en cuenta los bajos niveles de participación política electoral a nivel de Comunidad Autónoma hay que prestar atención a la raíz del problema. Este quizá viene determinado por dicha debilidad identitaria.

—En su opinión, ¿cómo nos perciben desde el exterior a los isleños?

De modo muy personal, haciendo hincapié en que esto no lo menciono en la investigación de la tesis, creo que se tiene una percepción de bonanza económica. La imagen que se construye en torno a Illes Balears de cara, no sólo al resto del Estado sino a nivel internacional, es la de un territorio exitoso gracias al modelo de producción imperante, el turismo. Y eso genera un alejamiento de la realidad en el que nos observa. Detrás de esa dependencia del turismo, además de no fomentar la construcción identitaria, los índices de pobreza crecen al mismo tiempo que los precios de la vivienda, la sobreexplotación del territorio, etc. Todo en su conjunto hace que no se perciba, desde fuera, la necesidad de compensar la insularidad. Sin embargo es un hecho que cada vez es más necesario.

—La mayoría de partidos políticos adaptan su proyecto a la idiosincrasia local. La mayoría, salvo algunos –recientemente hemos conocido casos, incluso de éxito–. ¿Cree que asistiremos a un cambio de tendencia próximamente?

Es muy difícil, sobre todo si no se termina de configurar el sentimiento insular. La naturaleza sociodemográfica de nuestra comunidad, recordemos la comunidad con mayor número de residentes no nacidos en el territorio del conjunto del Estado español, impide que se alcance ese cambio de tendencia. Además de muchas otras variables, el sistema electoral, de momento, está condenado a ser un sistema estatalizado, es decir, que seguirá la tendencia electoral del resto del Estado español.

—Ya que menciona que cada vez es mayor la cantidad de personas de origen extranjero que habitan en Baleares, ¿cree que la identidad insular corre peligro a corto o medio plazo?

No, hay muchos nouvinguts que tienen a sus hijos en las Illes Balears. Aunque el enfoque de esta identidad cambie, continuará siendo una identidad insular, pero una identidad insular diferenciada a la que podemos apreciar hoy en día. Lo ideal sería poder alcanzar la construcción de una identidad archipielágica, y el papel de los medios es muy importante en ese sentido.

—En su investigación dice que Baleares carece de una Coalición Canaria, aunque hace tiempo que Més o el PI tratan de incorporar a su proyecto a otras Islas. ¿Qué hace falta en Baleares para contar con un partido local que aglutine mayorías?

Mientras la identidad insular sea más fuerte, o única y hegemónica en el territorio, los partidos de ámbito autonómico no podrán tener un arraigo a nivel archipielágico. Més nunca ha dejado de llevar el 'apellido' Mallorca, o Menorca en su caso como descendientes del PSM. Otra vez el 'apellido' Mallorca. La identidad insular, al menos la ibicenca que es la que he estudiado, se ha construido, entre otros elementos, con la 'creación' del otro. Otro al que siempre se ha mirado con desconfianza. Desde finales del siglo XIX, que es donde comienza mi estudio, ese otro desde el punto de vista pitiuso siempre ha sido Mallorca. No puedes esperar que una entidad política con el 'apellido' Mallorca tenga representación en otra Isla. Por lo tanto lo que haría falta sería una plataforma, una coalición balear donde los recursos se repartan de manera equitativa para poder aspirar a llevar algún día a un diputado a las Cortes que pueda traer un REB digno y en condiciones, en lugar de los espejismos que vivimos. Porque al final, con el REB que tenemos, lo realmente importante, que es la compensación de la insularidad, no se analiza, no se toma en cuenta para obtener unas regalías de la Moncloa; para que se entienda esto último basta con rescatar lo publicado recientemente en este diario sobre el aumento de los costes de las mercancías.