Isa Bonnín, de Cojines Ca’n Reyes, vende fundas, manteles y bolsas en Vía Roma. | Pere Bergas

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No habitan la Laponia finlandesa ni sus orejas acaban en punta, pero en sus talleres elaboran regalos ideales. Artesanos de toda la Isla llegan a Palma para exponer sus productos en los mercadillos navideños, que cuentan con 132 paradas, 38 más que el año pasado, abiertas entre las 10 y las 21 horas. Ubicados en distintos enclaves del centro de Ciutat, los feriantes alzaron las persianas el pasado 26 de noviembre. «Por ahora está flojito, el tiempo no nos ha acompañado nada, pero siempre sigue la misma tendencia: en la segunda quincena de diciembre se concentran la mayoría de ventas», afirma Isa Bonnín, de Cojines Ca'n Reyes, que vende fundas, manteles y bolsas en la Vía Roma, una ubicación recuperada este año que reúne la oferta gastronómica con las pastas árabes de Abdelouahid Aabbar, los pasteles alemanes de patata de Reiner's Reibekuchen, las olivas de J. Pericàs, o los tés de Aina Jagla y Coco, de la Boutique del Té.

Como novedad, este año los artesanos no deben pagar la tasa de participación, lo que supone un respiro. «Venimos más relajados y aumenta el beneficio; no tenemos la presión de alcanzar el coste de ocupar las paradas», explica el ilustrador Manuel López, que vende sus cuentos infantiles para colorear en la plaza de la Porta Pintada, donde los transeúntes encontrarán otros artículos como los cuadernos de papel hecho a mano de Alejandro Martín, o accesorios elaborados en corcho por Anahi Parodi. A pocos metros, en la plaza de España, hallarán medio centenar de puestos de bisutería, bolsos, juguetes o accesorios decorativos, además de los complementos para bebés y mascotas de Daida Hernández o los sacos de semillas con flores aromáticas y los portavelas de Luciano Martín.

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Mateu Palou, de Selva, posa con sus zapatos de estilo mallorquín. FOTO: P. Bergas

Por otro lado, la Rambla condensa paradas muy curiosas. El maestro artesano de cristal artístico Joan Sunyer, de Santanyí, vende lámparas, relojes y recipientes elaborados a base de botellas de bebidas alcohólicas recicladas. «El cristal es un material difícil de trabajar, bellamente frustrante. Trabajamos con cristal reciclado desde la crisis de 2008, cuando necesitábamos materia prima más económica». A su vera se encuentra el puesto de Mateu Palou y Antònia Mateu, de Selva, que venden ropa típica mallorquina. «Camises, faldilles, guadapits, mocadors, faixes, tot lo que cerquis, de eso se encarga mi mujer. Yo me entretengo con los zapatos; fabrico botes mallorquines, porqueres i patateres», explica el artesano de 70 años, con una dilatada experiencia en el mundo de la piel. Quien también conoce este material es Josefina Cànovas, de Mancor de la Vall, artesana adobadora que vende pieles de cordero y carnero, «todas las recojo en el matadero de Inca».

Muy cerca, la tejedora argentina Mariana Tau trabaja distintos géneros, como la lana merino, lana de alpaca y algodón, en su telar de pedales de bajo lizo: «Además de conocer la técnica debes saber transmitir a través de los tejidos», explica la artesana, quien vende chales, pañuelos, bolsos de mano o tote bags entre otras prendas de mujer. Por su parte, el inquero Gori Vicaíno, experto marroquinero, trabaja sus bolsos con esmero; la artesana orfebre Isabel Quesada crea joyas de plata con piedras semipreciosas, al igual que Ana Sánchez, en la misma calle, y la brasileña Andrea Coelho elabora biojoyas con Capim Dourado, una planta dorada que solo crece en Brasil.

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La orfebre Isabel Quesada se encuentra en la Rambla. FOTO: Pere Bergas.

Algo escondidas a la vista se encuentran las paradas de la Plaça del Mercat, una nueva zona. La pintora francesa Julie Aubrun expone sus acuarelas, inspiradas en motivos de Balears; la bordadora Maite Cerdà, especialista en la estampación textil por vinilo y sublimación, brinda parches, marionetas de dedo, además de bordar prendas al instante; la artesana del tejido Cristina Calabria vende bolsos, baberos, fundas para libros, carteras o llaveros y la aromaterapeuta gallega Raiza Rodríguez pone a disposición del público sus aceites esenciales y velas aromáticas: «Trabajo con las energías y los chakras. Hago fómulas con distintas plantas que recojo en las montañas, es mi pasión» afirma.

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La aromaterapeuta gallega Raiza Rodríguez, experta en aceites esenciales. FOTO: P.Bergas

Para acabar, como es habitual, en la plaza Major los viandantes encontrarán todo tipo de figuras para sus belenes, además de otros artículos, en los puestos de Maria Amengual Capó, Catalina Mora, Antònia Campaner o Pastorets Carxa, de Carme y Zaida.