Los astilleros no tienen con qué trabajar y el poco material que llega resulta mucho más caro por el encarecimiento del transporte. En la época prepandemia un contenedor de Asia a Europa solía costar unos 2.000 euros e incluso era habitual que llegara a viajar medio vacío. Eso es un lujo impensable ahora, después de que las tarifas reventaran los baremos en el último año hasta alcanzar los 15.000 euros por contenedor.
La carestía afecta sobre todo a la electrónica y los motores, aunque no se salva ningún material: acero, aluminio, madera, fibra... Hay quien lleva casi un año esperando por una simple escalerilla de baño de acero inoxidable. Y sin fecha de entrega asegurada todavía.
«Si quieres un barco nuevo puedes estar tres años esperando». John Rossbach es propietario de Yates Mallorca, empresa familiar de origen alemán con casi tres décadas de recorrido. Ha vivido de lleno la readaptación del negocio en los dos últimos años y el sinvivir que la falta de suministros está suponiendo para la industria naval. «Conozco a dueños de astilleros franceses que han tenido que alquilar un avión para viajar a China y traerse ellos mismos el material».
Con el género nuevo sin posibilidades de llegar al escaparate, la segunda mano ha acaparado la comercialización; además de suponer un sustitutivo viable para el mercado cuenta con el atractivo añadido del precio, mucho más reducido que el de una embarcación de primera mano. No obstante, el contexto actual también ha contribuido a que haya dejado de ser una opción tan económica como solía: los precios de los pocos yates nuevos que han podido salir al mercado se han disparado y paralelamente lo han hecho también los de segunda mano.
Así, un velero de 12 metros de eslora con 15 años de antigüedad que se podría haber adquirido por 150.000 euros hace dos o tres años ahora puede llegar a costar 350.000, más del doble. También es cierto que no es lo más común: según la Asociación de Empresas Náuticas de Baleares (AENIB) la subida media en el mercado de segunda mano ha sido del 25 %.
Por otro lado, el de la compra-venta de yates sigue siendo un mundo poco accesible para el mercado nacional. La mayor parte de la clientela procede de países del centro y norte de Europa –Alemania, Suiza, Holanda, Escandinavia...– y los compradores españoles no representan un volumen significativo.
«Los españoles no tienen dinero, casi no tenemos clientes. Gracias a los extranjeros logramos sobrevivir, sin ellos desapareceríamos». Así de tajante se muestra Rossbach para, por otro lado, añadir que el Reino Unido constituyen también un mercado en retroceso a consecuencia del golpe económico que ha supuesto el Brexit para muchos. De hecho, muchos de los barcos de segunda mano vendidos en el último año eran de propietarios británicos.
Aun con subida de precios incluida, el mercado de segunda mano tocó techo hace tiempo y a día de hoy ya se ha vendido todo lo vendible. Queda la morralla, embarcaciones demasiado viejas o maltrechas para darles salida. La segunda mano se ha agotado y el sector se ve abocado a una paralización casi absoluta de la actividad de compra-venta. La única solución para mantenerse a flote es seguir braceando, principalmente mediante el chárter y las reparaciones.
Así lo ve al menos el presidente de AENIB y CEO de la empresa Jaume Vermell Náutica, Jaume Vaquer, quien entiende que 2022 «va a ser un año muy complicado: para los fabricantes la situación es caótica porque no disponen de stock y los plazos de entrega se van alargando más y más». Las ventas se van a ver inevitablemente reducidas a la mínima expresión.
En esta tesitura, el tejido empresarial náutico debe sobrevivir diversificando ingresos. «El chárter puede darnos bastante vida, tanto para pequeñas como para grandes embarcaciones. Y con el mantenimiento y las reparaciones puedes salvar la temporada». Alquileres y reparaciones, los últimos clavos a los que aferrarse. Y en el horizonte, más incertidumbre. «No tenemos ninguna garantía de que 2023 vaya a ser un mejor año y no todo el mundo tiene los recursos y los medios para aguantar».
El apunte
Las reservas para el alquiler en verano se mantienen y dan esperanza al sector
10 comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
Bueno depende en Mallorca se están haciendo motoras, creo que se llaman Crimat esta misma semana recibieron 7 fuerabordas parsun asiáticos. Totalmente de acuerdo con los comentarios de los amarres. Por suerte para todos incluso en verano sale a navegar un 2-4% de los barcos. Y enhorabuena al centro de buceo de los March en Adriano ya tienen hasta Cala figuera, no sé cómo lo consiguen, que lujo.
Hay muchos barcos para comprar y a todos los niveles de precios, lo que pasa es que solo puede comprar uno si ya tiene amarre. Las normas para obtener un amarre varían mucho de una administración a otra, Autoridad Portuaria, PortsIB o las marinas y clubs nauticos pero como el Govern no permite crear nuevos amarres, van muy escasos. en los pantalanes de los puertos publicos hay miles de embarcaciones que no se utiizan, solo pagan para ocupar el amarre y no perderlo. En las listas de espera para obtener un amarre en un puerto publico hay miles de personas que llevan mas de 20 años esperando. Se de personas que ya fallecieron hace años y siguen en la lista. Es un sistema deplorable.
Me va quitar el sueño está noticia. Que se fastidien los ricos también.
Ahora volverá a subir el Bitcoin,con otro mercado especulativo y de blanqueo parado.
Vaya, ahora que tenía unos millones gastadores...
El problema es que debido a los extranjeros se ha encarecido todo y que todo lo que lleva el apellido naútico vais sablando a la gente, los perjudicados somos los mallorquines. No es que no tengamos dinero es que es vergonzoso los precios de los amarres comparado con la península por ejemplo. Yo me veo obligado a dejar el llaut en tierra en julio y agosto para que un extranjero ocupe el amarre ya que me niego a pagar según que barbaridades
Efectivamente, hoy es un problema del día a día de la gran mayoría de personas que vivimos en Baleares, yo de hecho estoy esperando una tuerca que viene de de China, para comprarme el mío.