Repostar ya es casi un lujo. | Jaume Morey

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Baleares es la punta de lanza de una imparable escalada del precio de la gasolina que ha llevado a batir récords históricos en España. Esta tendencia alcista ya está influyendo en los hábitos de los consumidores, quienes están restringiendo el uso de sus vehículos para minimizar el gasto en combustible, con la consecuente preocupación para las estaciones de servicio. El precio del litro de gasolina 95 en Baleares se situaba este martes en 1,66 euros, más de diez céntimos por encima de la media nacional, de 1,55 euros por litro. La gasolina 98 llegó a los 1,81 euros por litro y el diésel a los 1,55 euros (1,7 euros y 1,44 euros respectivamente en el conjunto de España).

Entre los principales condicionantes globales que explican el encarecimiento figuran las tensiones geopolíticas por el conflicto entre Rusia y Ucrania y una reactivación general de la actividad económica tras la pandemia que ha disparado la demanda. En el caso balear hay que sumar el hándicap histórico con los precios del combustible. Pagar una factura energética más alta es otro de los costes de una insularidad mal compensada.

Joan Mayans, presidente de la Asociación de Estaciones de Servicio en Baleares (AESBA), asegura que los efectos de esta tendencia alcista están constriñendo la actividad en las gasolineras. «Para nosotros es muy negativo porque cuanto más sube el carburante menos vendemos. Lo que nos interesa es que esté más bajo para que así se incentive el consumo», asevera.

Así, el sector sufrió un desplome brutal de la actividad con la primera fase de la pandemia en 2020, coincidente con el tramo más restrictivo del confinamiento. La facturación comenzó a recuperar niveles más o menos normales a partir del segundo trimestre de 2021 y esa tendencia se fue consolidando hasta finales de año, aunque sin alcanzar las cifras prepandémicas. La lectura de Mayans es que mucha gente que no se ve obligada por trabajo u otros condicionantes de fuerza mayor está optando por limitar al máximo el uso de su vehículo, bien sea renunciando a determinados desplazamientos o realizándolos en transporte público.

«Hay personas que por trabajo no tienen otro remedio que seguir repostando normalmente, pero mucha otra gente está cambiando sus hábitos de modo bestial. Estos precios no nos ayudan a vender». Y lo peor es que las previsiones actuales son de que la tendencia al alza se va a mantener durante todo 2022. España tiene los precios más altos de la gasolina, pero se ven compensados con la carga impositiva más baja de la eurozona. Un 50 % del precio de la gasolina se va a impuestos, mientras que solo un 2 % es para la estación de servicio. El 48 % restante se reparte entre coste de materia prima y de distribución. «La insularidad nos hace ser menos competitivos. Necesitaríamos que el Régimen Especial de Baleares (REB) se apruebe ya y poder compensar estas desigualdades igual que lo hace Canarias», reivindica Mayans.

Por su parte, el sector del transporte está haciendo grandes esfuerzos por adaptarse al momento actual. La Federación Empresarial Balear de Transporte (FEBT) aglutina empresas de transporte por carretera de mercancías y viajeros y agencias de transporte y alquiler de vehículos sin conductor. A muchas de estas empresas nos les va a quedar más remedio que repercutir este encarecimiento en sus tarifas. Así lo asegura su gerente, Salvador Servera, quien explica que actualmente se está trabajando con el Ministerio de Transporte para que esta actualización de los precios se produzca de manera automática y no tenga que quedar a discreción de las propias empresas.

Por lo que respecta a las desventajas competitivas de Baleares, Servera se alinea con Mayans al reclamar un REB que pueda paliar los contras de la insularidad. «No solo encabezamos siempre la lista de precios, sino que transportistas que son competidores directos como los de Murcia o de la Comunidad Valenciana tienen además la gasolina más barata de España».

Punto de vista
Germà Ventayol

¿La vuelta del gasógeno?

Germà Ventayol

Oí que en los años de la posguerra y el racionamiento en España el extremo del lujo era poder hacerse una mancha de aceite y quitársela con gasolina, ahora llevamos el mismo camino si atendemos al precio exorbitado de los combustibles. Si la cosa sigue así habrá que volver a instalar los artefactos de gasógeno para mover el coche; el regreso al futuro.