El ser humano es muy predecible, pero también sorprende por su capacidad para adaptarse a cualquier imponderable sin hacer caso omiso al raciocinio. Desde el 24 de febrero, fecha de la invasión de Ucrania por fuerzas militares rusas, el mundo occidental que conocemos ha cambiado. Los países europeos y Estados Unidos, con su adlátere la OTAN, no saben cómo actuar ante un conflicto bélico que ha disparado todos los costes energéticos y, con ello, los precios de la cesta de la compra de las familias. Los incrementos llegan hasta el 80 % y afecta a todos los productos de primera necesidad. Es la pescadilla que se muerde la cola, porque el aumento del precio de combustible tiene un impacto directo en toda la cadena del transporte, terrestre y marítima, así como en el consumo familiar y en la pérdida progresiva de poder adquisitivo. Todo esto ha provocado que el IPC desde finales de 2021 haya tenido una evolución bursátil in crescendo, que en febrero ha sido superior al 7 % y cuya previsión para marzo y resto de meses es que se supere el 10 % de media.
El primero en dar en la diana para denunciar en Balears la escalada de precios fue el presidente de los distribuidores de alimentos y bebidas, Bartomeu Servera, quien ya avisó semanas antes del comienzo de la guerra del progresivo aumento de los costes energéticos y su impacto directo en el encarecimiento de los productos, principalmente en los lácteos y carnes. La Cámara de Comercio que preside Antoni Mercant y el director técnico de la Fundació Impulsa, Antoni Riera, ya en plena guerra, han anunciado que las subidas de precios continuarán hasta el verano, aunque algunos economistas la sitúan hasta diciembre y enero próximo. La presidenta de la CAEB, Carmen Planas, ante el acaparamiento de alimentos por bulos sobre desabastecimiento, lanzó un mensaje clarividente a la población, al indicar que «debemos evitar caer en los bulos, ya que no existe ninguna preocupación en el comercio ni en el distribución de alimentos». Jordi Mora, presidente de PIMEM, hizo, por su parte, un llamamiento al Govern y al Gobierno para frenar la escalada de precios.
El ‘SOS energético' de empresas y consumidores está ahí, encima de la mesa, y las decisiones políticas tardan en tomarse. Sorprende, quizás no mucho, la respuesta del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a la crisis energética y evolución del IPC. Decir que toda la culpa la tiene Putin y la guerra, es una verdad a medias o un falacia. La crisis energética se viene padeciendo desde el último trimestre de 2021 y Moncloa no ha tomado ninguna decisión objetiva para atajar las escaladas de precios de la luz y gas que comercializan Endesa, Naturgy, Iberdrola y resto de eléctricas. Todas ellas están haciendo su particular agosto en la actual crisis. La guerra no es apoyada por nadie, salvo por descerebrados o los lobbies de armas. Siempre en las guerras hay ganadores a río revuelto. El resultado de todo este maremágnum de acontecimientos, es que durante días los supermercados y grandes superficies han visto como los consumidores han arrasado con todo tipo de productos ante un potencial desabastecimiento.
La realidad, pese a todo, se impone. Las navieras Baleària y Trasmed han reforzado en los últimos días el transporte de mercancías a las Islas y patronales y distribuidores critican la subida del combustible, los fletes marítimos y el aumento de los costes de las materias primas y productos. Y de la COVID ya no se acuerda nadie. Curiosidades.
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