El profesor de Derecho Penal de la UIB, Antoni Llabrés, (izda.) condujo el acto que sirvió como reconocimiento a la trayectoria de Gabriel Garcías. El homenajeado dejó la docencia hace dos años después de una trayectoria de casi medio siglo, la gran mayoría de ella en Mallorca.  | Pere Bota

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«Ahora es delito casi todo». El abogado y profesor universitario Gabriel Garcías recibió este martes un homenaje por parte de la UIB a través de una conversación con el profesor Antoni Llabrés, en la que ambos repasaron la trayectoria vital del ya docente jubilado, después de 49 años en la universidad. Garcías reflexionó sobre cómo el Derecho Penal ha cambiado en este tiempo y ampliado su ámbito: «Ahora no es que el Derecho Penal no castigue todo, es que persigue casi todo y tenemos uno de los códigos penales más duros de Europa. Es durísimo». En concreto, aludió a cómo se han tipificado delitos de conductas que antes se quedaban en el ámbito administrativo y se han ampliado las condenas. En especial, incidió en el castigo de conductas no violentas con prisión. «Las penas para mí siempre han sido muy altas. ¿Qué hace alguien seis años en prisión? Si no se rehabilita, que es algo para lo que la cárcel casi no sirve, se destroza a la familia, que sí que sufre un coste», señaló.

La conversación abordó también la labor de Garcías como abogado penalista en Palma y su intervención en los principales casos de corrupción. Ahí sí que el homenajeado apreció que las condenas han tenido un papel de prevención: «Ha hecho que la gente vaya más viva. Desde que la Fiscalía y la judicatura han acordado condenas duras, algún efecto sí que ha tenido». Sobre el castigo a otras conductas como la violencia de género reflexionó: «Los hombres han hecho tantas animaladas que la sociedad está muy sensibilizada». Eso sí, planteó la dificultad que tendrán reformas como de la libertad sexual: «Los tribunales tienen que hilar muy fino, estudiar los casos muy bien».

El profesor repasó, a preguntas de Llabrés, su trayectoria vital. Cómo, hijo de médico, terminó en Derecho: «Mi padre decía que estudiara la que quisiera menos Medicina y yo soy muy cobarde para las enfermedades». Su paso por la universidad en Barcelona y cómo su primer año como docente fue «peor que el servicio militar», con tareas domésticas para el catedrático. «No me atrevía a contárselo a mi padre», recordó. Más tarde fue recuperado por el profesor Pérez Vitoria, que citó como una de sus referencias junto a Emilio Lladó, director del colegio mayor Raimundo de Peñafort donde Garcías fue subdirector. En 1977 se trasladó a Mallorca y continuó con la docencia, a la vez que estableció su despacho profesional: «Nunca quise que ser abogado se comiese la docencia. Al principio, como casi no tenía trabajo tenía tiempo de preparar las clases. Ahora, tras más de cuarenta años, me decía a veces para qué me levantaba a las siete para preparar esto». Garcías también estuvo al frente de la Real Academia de Jurisprudencia de Baleares, «no estuve suelto porque casi todos son civilistas», bromeó. Cerró con un consejo: «Siempre ser respetuosos con jueces, fiscales y compañeros».

El apunte

Premio a la ética jurídica el 8 de abril

Gabriel Garcías también recibirá el homenaje de la abogacía con la entrega, el próximo ocho de abril, del premio Degá Miquel Frontera a la Ética Jurídica. Será en un acto doble ya que también recibirá el galardón el letrado Tomás Mir. El acto juntará las dos últimas ediciones.